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66 El apostolado de lapalabra II EL P R O B L E M A J U N T O A L M IS T E R IO E stas breves consideraciones que acab am o s de hacer ponen de m an i­ fiesto que la p alab ra, en cu a n to ejerce una función apostó lica, co n stitu irá con tin u am en te un p roblem a. P ero no de tal clase que pueda resolverse en su co n ju n to de una vez p a ra siempre, sino sujeto a nuevas form as, que irá re­ vistiendo en con fo rm id ad con los cam bios de la cu ltu ra y del h om b re m ismo. Por o tra p arte, hay que reconocer, sin em bargo, que aun q u e no cabe ni u n a form ulación a b so lu ta ni un a solución definitiva del problem a de la p alab ra, tam p o co q u ed a ap risio n ad o o d eterm in ado en sí m ism o po r las v aria n tes h istóricas. El kerygm a enlaza, p o r un lado, con la c u l tu r a .. . , y p o r o tro , con el m isterio. Y no de m odo accidental, sino esencial y principalísim o. E fectivam ente. La función apostólica de la p alab ra e n tra de lleno y d ire c ­ tam en te en relación con el m isterio del Logos, del Verbo E n carnado . La p a­ la b ra viviente del P adre tiene un an alog ado tem po ral en la p alab ra viviente que perp etú a la revelación d en tro del C u erpo M ístico. Y así, el p rob lem a de la p alab ra ha de plantearse desde el m isterio de C risto y de la Iglesia. C risto vino a ilum in ar la vida con una verdad salvadora y de El recibim os el mensaje p ara que el m u n d o sea salvo. ¿Cuál es el proceso p o r el que llega h a s ta n o s­ otros? N o ju zg am o s un a av en tu ra afirm ar que, aun prescindiendo de la e n c a rn a ­ ción, d e la legación divina de Jesús y del nuevo o rden in stau rad o con su ve­ n ida, el hom b re te n d ría una m isión m esiánica que le obligaría a salv ar al m u n d o del caos uniéndolo a D ios. P ero esta m isión quiso a d o p tarla, perfec­ cio n arla y cum p lirla de m odo em inente el Verbo E n carnado, con stituy éndo se en S acerdote, Rey y P ro feta, y estableciendo un a nueva econom ía so b ren a tu ral que a rra stra consigo el destino del universo entero. En hipótesis, la finalidad de esta ta re a acep tad a po r Jesucristo com o m isión p ro p ia hub iera p o d id o ser solam ente ilum in ad o ra; pero de hecho quiso revestirla de caracteres em inen­ tem ente soteriológicos, que, inevitablem ente, deben tenerse en cu e n ta si se quiere hacer u n a au tén tica e integral teología del apo sto lado . P ero p a ra qu e esa verdad salvado ra fuese dispensada y tran sm itid a a los hom bres, Jesús fundó una sociedad religiosa que fuese m aestra infalible y a u ­ téntica del teso ro revelado, con participación en su trip le m isión real, sacer­ d o tal y pro fètica. Quienes constituyen la je ra rq u ía de la Iglesia, y los que co ­ m un ican , p o r delegación, con ellos, com parten esa m isión del V erbo E ncar

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