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P. Leandro de Bilbao, O. F. M , Cap. 29 existe, se d a un m odo tam bién uniform e de exigirla, que revaloriza podero sam ente la presencia de «las m asas» com o unidad política diferenciada de las tu rb as. La reclam ación social de «las m asas» no es el eterno prob lem a de ricos y pobres. Este perfil con creto descubre la m od ernidad del fenóm eno social. Los pobres, los m enesterosos, p o r m uchos que sean, no actú an po líticam en te; son meros- elem entos pasivos, sobre los que actú a o debe a c tu a r la carid ad cris­ tia n a y tal vez la ju sticia social; pero ellos no presentan reclam ación au tén tica p o r carecer de conciencia social p rop ia y de cap acidad política p a ra im p o ­ nerla. E stos viven sin inquietud y, frecuentem ente, incluso sin d o lo r en su sem inom adism o. El hom b re que se ha ergu ido m u ltitud in ariam en te en la sociedad m o d e rn a no es así, no se resigna con su postración social, y plantea la cuestión, la a u té n ­ tica cuestión social, estud iad a anterio rm en te. Este hom b re rep resenta en la sociedad un esfuerzo, un trab a jo , que exige digna convivencia en la vida p ú ­ blica; esta convivencia d igna es la base de su reclam ación. N o son los m enesterosos los elem entos activos y específicos de «las m asas» ; son los que a d iario se esfuerzan por un vivir decoroso y ho n rad o . El hom bre p o r an to n om asia de «las m asas» es el obrero. A unque «las m asas» no se identifiquen con el obrerism o, sin em bargo, h a sido éste el que h a fo rm a d o los cu ad ro s más nu tridos y más activos. Las m asas ob reras han sido «las m asas» p o r excelencia. El o b rero no es el pobre que no tiene p ara vivir, sino el hom b re que p a ra vivir tiene que tra b a ja r fren te al capitalism o, rindiendo un trab a jo que no le p ropo rcion a un a independen cia económ ica que le sitúe dignam ente frente al capitalista y le redim a d e su ser­ vidum b re en igu ald ad fraternal, hum ana. Este adem án fund am en tal del hom b re de «las m asas» es muy in te re sa n te p ara nuestro estudio. Descubre una p o stu ra íntim a de «las m asas», y que po r cierto es esencial y entrañ ab lem en te cristiana. E sta doble co in cid e n cia fund am en tal en la reclam ación m ínim a y en el gesto fund am en tal perfilan diáfan am en te la línea ética de «las m asas», y por am bas razones e n tra n de lleno en el reino cristiano. El ob rero acu sa su p erson alid ad social no po rque tenga o deje de tener, sino p o r la fo rm a de poseer lo que tiene, p o r la form a de recibir lo qu e g ana. N o consiente recibir n a d a a título de merced o to rg ad a , lo que es m engu ad a retribución. N o to lera la conciencia social de «las m asas» que el hom b re se acerque a la p articipación de los bienes sociales com o quien recibe u n a lim os­ na. N o es la pobreza, el do lo r, que m uerde en la conciencia del h om b re m o ­ d erno , sino su po stración social frente a la «em presa». «El m undo — escribe J. L. A rrese — qu ed ab a dividido no en pobres y ricos, que esto al fin y al cabo h ab rá siempre, sino en trab a jad o re s y capi-

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