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28 El cristianismo y las masas E sta po ten te y b ron ca reclam ación ha conm ov ido nuestro s tiem pos, h asta el pun to de h ab er creado un a con tiend a universal que h a dividido al m undo en dos bando s casi iguales; y el m ero hecho de haberse p la n tea d o la c o n ­ tienda en tales térm inos que, puestas tod as las fuerzas políticas del m u ndo en un lado, difícilm ente pueden con ten er la presión política de «las m asas», sin tener en cuen ta el fu tu ro desarro llo de los acontecim ien to s; este m ero hecho de con figu rar las fuerzas políticas del m undo en dos bloques y m an ten er este equilibrio, es suficiente p ara reconocer la valía del esfuerzo realizado y la firmeza con que avanzan «las masas» en la cancelación de su secular a h e rro ­ jam ie n to social. Para el fu tu ro histórico interesa conocer más bien la reclam ación en sí m ism a que los m odos con que se efectúa con tem po rán eam en te. Y, sin em bargo, nos inclinamos más a vincular a éstos la suerte fu tu ra de la so­ ciedad. E stam os sacudidos p o r el proceso revo lucionario m ás grand e de la h is­ to ria. A nadie puede so rp rend er que en tam añ a subversión social «las m a ­ sas» no se muestren discretas en sus apetencias y resulte a veces in ju sta su m ism a reclam ación parcial. Los desafueros de esta índole se cancelan a u tom á ­ ticam ente en virtud de los m ismos principios económ icos conculcados. M ás grave es la situación salida de la factu ra p resen tad a p o r «las m asas» cu a n d o en tre sus reclam aciones se niegan valores de o rden espiritual, com o son la fam ilia, la libertad, la religión, etc. Los elementos más irresponsables o los m ás extrem istas se caracteriza n p o r esta sum a de abdicaciones. Pero no debem os olv idar que estos elem en to s no se identifican con «las m asas», sino que son p arte que en un m om en to d a d o pueden predom inar, pero que siempre fo rm u lan una reclam ación muy parcial que difícilm ente puede ser interés com ún de «las m asas». Q uien fuera c a p a z de p ro b a r que estos m odo s o tales abdicaciones pertenecen a la serie de v alo res fundam entales reclam ados p o r la nueva conciencia social de «las m asas» , nos h ab ría descubierto el signo an ticristiano de la nueva revolución. P ero creo que es dem asiado evidente to d o lo con trario . P rescindiendo po r el m om ento de la injusticia con ten ida en sem ejantes desafueros y de la actu ación p articu lar de ciertos sectores y en d eterm in ado s m om e n to s, existe una reclam ación m ínim a, en la que coinciden to d o s los elem entos integrantes de lo que venimos llam ando «m asas». P o r en cim a del an to jo disociado de la actuación de «las m asas», hay una reclam ación com ún , coincidente, en «las m asas», lo m ismo las políticas com o las apo líticas, las confesionales lo m ismo que las ateas; tod as presentan u n a m ínim a rec lam a­ ción social de un vivir d igno y considerado. A dem ás de esta coincidencia fund am en tal de una reclam ación m ínim a,

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