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P. Leandro de Bilbao, O. F. M. Cap. 5 5 Se a d u ltera del tal fo rm a el Evangelio cu ando se le lee con la p reocupación po litica de «las m asas», que cu ando Jesús precipitó a los cerdos en el m ar, lo hizo p ara d em o strar su com pleta indiferencia an te la p rop ied ad p riv ad a ; si alim en tó a las m ultitudes, lo hizo p a ra reco rd ar que estos problem as eco n ó ­ m icos, de estóm ago, son los principales y muy superiores a los que se derivan del o rden esp iritu al; si a rro jó a los m ercaderes del tem plo, lo hizo p ara d a r público testim on io co n tra el capitalism o. Enjuiciado y v alo rado el Evangelio desde el pun to de vista social-económ ico. se lleva a la exageración de im pon er este criterio incluso com o d iferen ciado r de la au ten ticid ad evangélica, com o criterio interno de los diversos evange­ listas. San Lucas y San M ateo son los evangelistas más leales al p ensam ien to de C risto, porque son los «evangelistas sociólogos», especialm ente San Lu­ cas. Son los que hablan de la h istoria del rico perverso y del op rim ido Lázaro, la del ecónom o infiel, las del rico in sensato ; son los que han dejado im presas las grandes imprecaciones de Jesús: « ¡D a a quien te p ida!» (M at., 9, 42.) « ¡D a a to d o hom bre que te p ida!» (Lue., 6, 37.) «Vende lo que tienes.» (L u ­ cas, 18, 22.) «¡Vended to d o lo que tenéis y haced lim osnas!» (Lue., 123, 33.) «B ienaventurados los pob res.» (Lue., VI, 20-24.) En tod a esta literatu ra social sobre el Evangelio indudab lem en te que hay m ucha insinceridad. C u ando las cosas se deso rbitan de tam añ a m anera, nacen com o reaccio ­ nes lógicas la ju s ta defensa de la au ten ticid ad evangélica, com o lo hacem os los cristianos, afirm ando el prim ario valor de lo sob ren atu ral, o el odio de los que, no estim ando el Evangelio más que po r su con ten ido social, éste no les satiface, po r no ajustarse, a pesar de todas las adu lteraciones y falsifica-' d o n e s, a su m en talid ad terrena, y renuncian a C risto y la «ridicula sociología» de su Evangelio. P ara éstos, en tre los que se cu enta H obbes, C risto no es más que un nefasto ag itad o r social, p o rta d o r de un mensaje pob re y ab su rdo. H ay en la cu ltu ra m odern a em peño en n atu ralizar el Evangelio, que es la m anera más eficaz de negarlo. O rtega y G asset se entu siasm a porque «una de las creaciones más sabias y pro fund as de Hegel es su cristologia, su in ter­ p retación laica del símbolo cristiano. C risto es según él (Hegel) el en say o m ás enérgico que se ha realizado p ara definir al hom b re» (12). A este proceso de natu ralización pertenece el esfuerzo de los cristiano s que, sincera o innoblem ente, han en treg ado el Evangelio a «las m asas» a d a p ­ tá n d o lo a las exigencias terrenales de éstas, h asta el extrem o de rep u d iar todo el cristianism o an terio r com o falsificador del au tén tico sentir de C risto . «El cristianism o de ayer ha sido dogm ático , el cristian ism o de m añ an a será so ­ cial. . . La persona de C risto, después de haber sido con siderada, sobre to d o . (1 2 ) O r t e g a y G a s s e t : O. c., t. I, p . 501.

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