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5 2 El cristianismo y las masas tualism o co n stru ir p ara tod as las iglesias «un in terés social», activ ista p o r encim a de todo s los dogm as y confesionalidades: la acción p o r encim a de las creencias. A nim an este m ovim iento hom bres de E stado com o Coolidge, H in- d enbu rg y M acD on ald . C ap itan ea en E u ro p a el m ovim iento el A rzob ispo de U p sala, D r. N ath a n Sodervlom (m. 1931). D espojan al M ensaje D ivino de to d o lo sob ren atu ral, reduciéndolo a un Social Gospel, haciendo del Evan­ gelio un m ero ideal de progreso social y de la religiosidad cristian a un m ero Social Service. Este m ovim iento socializante del Evangelio com ienza p o r p rete n d er reva- lo rizar el Evangelio y term ina po r d esn atu ralizarlo con el m ismo radicalism o que los m arxistas. Pesa ta n to el m aterialism o h istó rico en estos p en sado res pro testan tes, que term inan p o r reducir el Evangelio a un m ero p ro d u cto de la reacción del hom b re co n tra el am b ien te social, económ icam ente ásp ero . P ara Shailer M athew , P residente del F ederal C ouncil o f the C hu rches o f C hrist, en Am érica, el cristianism o es el p ro d u cto de un proceso social muy com plicado, en cuyo cen tro está puesta la com id a en com ún , dond e se creía que C risto estuviese presente. C om o escribe H . G io rd an i, de quien tom o estos d a to s: «P rescindiendo de la confusión que allí se hace en tre A gape y E ucaristía, tales teo rías se ligan a aquel m aterialism o histórico que p arte d e la prem isa de un necesario fu n d a­ m en to económ ico, del qu e tam bién la religión sería u n a sup erestru ctu ra. Salvo que, en lu g a r de una su p e re stru ctu ra, se hace aqu í de ella u n a fo rm a o rg an iz ad o ra de la necesidad económ ica» (11). Sería muy interesan te seguir este proceso d e reb land ecim ien to de grandes sectores del cristianism o. ¿Es un p ro d u cto de la acción directa de «las m asas», de la m entalidad específica de éstas, o más bien un estado del p en sam iento m o d ern o que co rrespond e a u n a evolución más general de la cu ltu ra cristian a ? Y o creo que la d esn atu ralización del Evangelio es un p ro d u cto n eto de la in ­ fluencia de «las m asas», que a su vez han e n c o n trad o un cristian ism o in- fluenciable y propicio, que de p o r sí venía traz an d o una ejecuto ria d o ctrin al aju sta d a a las nuevas exigencias socializantes. Estas, ap rem iad as p o r su ag o ­ b io económ ico, han an tep u esto a to d o su m ejoram iento terren o , y a n te su agresivo em puje h an ido cediendo, a veces con d ip lom acia y las más p o r co ­ b ard ía , las m inorías d eten ta d o ra s de o tro s valores cu ltu rales y religiosos, en ­ tre los que, tristem en te, tenem os que situ ar a m uchos que en nu estra sociedad rep resen tan la g u ard ia n ía de la au ten ticid ad evangélica. E sta deserción pod em o s calificarla de so rp rend en te, pues h a sido la so r­ p resa su ad em án m ás característico . Este cristian ism o claud icante venía tra - (1 1 ) H . G io r d a n i: O. c., p . 18.