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P. Leandro de Bilbao, O. F. M. Cap. 51 tero y C alvino se encuentren en el vértice del E stado ab so lu to , to do -pod ero so y ab so rb en te. Los pred estin ado s im pon en u n a d ic ta d u ra férrea ap o y an d o a la aristo crac ia; después alien tan los ideales de la burguesía industrial, p a ra te rm in a r apoy ando a la soberan ía popu lar. El Calvinismo, en los Países Bajos, en F ran cia, Escocia, Ing laterra (con C romw el), legitimó la revuelta co n tra los soberanos legítim os; y p o r deducciones rigu ro sas, llegó muy p ro n to , con A lthusius, a la secularización y racionalización del E stado , esto es, a la separación de la política de la teo­ logía y de la m oral. En sus resu ltado s últim os, el L uteran ism o y el C alvinism o parecen com o m ovim ientos de secularización, alejando de la religión el pensam iento y la acción públicas, aun sabiendo que los in iciadores de la R eform a no se p ro ­ pusieron tal cosa. El cristian ism o p ro testan te va cediendo progresivam ente; su evangelio se va oscureciendo an te ca d a nueva exigencia. «Las masas» en co n traro n el o p o r­ tu n o servidor incondicional. La ética calvinista im p rim ió un nuevo im pulso al trab a jo , com o a una form a de rectitud evangélica en acción. P uso el cap ital al servicio del tra b a ­ jo , co n d e n an d o el lujo y el consum o. El ah o rro consecuente debía invertirse en o tro trab a jo . C reó la ética de la g anancia. La ética católica se diferencia fun­ dam en talm en te de la calvinista. Jam ás adm itió el trab a jo p o r el trab a jo ni la utilidad com o un a bendición. La conciencia religiosa se d ebilitó en el cristianism o p ro testan te y convirtió la fiebre del trab a jo en p u ro hedonism o, y sobre los despojos de la ascética calvinista se irguió un sistem a económ ico ín tim am ente ateo. Así responde el p ro testan tism o a la crisis qu e precede y p rep ara el adveni­ m ien to de «las m asas». L legadas éstas, el cristianism o claud ican te anglosajón se ap re sta a la nueva exigencia social, y pretende buscar en el Evangelio una o p o rtu n a justificación, y m ien tras aten ú a la im p o rta n cia de la fe p ara la sal­ vación, aum en ta la im p o rtan cia concedida a las ob ras cual suprem a tabla de salvación. Los más audaces y los más ingenuos proclam an que la religión cristian a, si desea vivir, debe traslad arse p o r en tero al orden social. Servicio social co n tra especulación teológica. C ae d en tro de esta co rriente el m odern ism o en que está resolviéndose el in telectualism o p ro testan te. P retend iendo rejuvenecer la religión busca la rea­ lización del Reino de D ios en u n a sociedad regida p o r los principios del Evan­ gelio, especialm ente del discurso de la m o n ta ñ a ; y asum e u n a posición di­ rec ta con el m ovim iento fo r Life and Work, que celebra su prim er Congreso en E stocolm o en 1925, sostenido p o r L e Christianisme social de Saint-Étienne, en F ra n cia , y The Christian Union Quartery, en Baltimore. Quiere este intelec-

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