PS_NyG_1956v003n004p0025_0056

50 El cristianismo y las masas gen de la vida social. El cristian ism o vive esta h o ra gris que presagia la gran to rm en ta. Irrum pen «las m asas». N adie las va a exigir que im planten un o rden cristiano que los m ismos b au tizado s han desarticulado. Los P ap as com prenden la m agnitud del desastre. Ya no se tra ta del desvío religioso de un a m ino ría de intelectuales y políticos. El catolicism o h a reaccio­ n ad o frente a la nueva situación pública y h a com enzado a enuclear un sis­ tem a o unos sistemas d e enseñanzas sociales basado s en el Evangelio. La Iglesia C ató lica predica el Evangelio a «las m asas» p ara su straerlas del m a r­ xism o. P resen tar el v alo r social del Evangelio es un a necesidad y al m ismo tiem po un peligro de adu lterarlo . En 1891, el añ o de la Rerum Novarum, la Iglesia C atólica se moviliza ofi­ cialm en te hacia «las m asas». Las iglesias p ro testan tes reaccionan tam bién an te el ejem plo de León X III, y podem os afirm ar que ya es el cristianism o en tero que to rn a hacia «las m asas». En el m ismo añ o 1891, G uillerm o II, tras largas discusiones, se resolvió a situ ar su iglesia lu teran a en la acción social, con el in te n to de a rre b a ta r «las m asas» al socialismo. El p ro testan tism o está dom in ado p o r el cap italism o ; y an te las exigencias de los m agnates de la indu stria y del b aró n de «S tumm » («el rey del S arre» ), el Con sejo S uprem o Evangélico recibió o rden, en 1895, de suspender la nue­ va activ idad. Si bien llegó a d eso rien tar a los espíritus, no c o rtó to d as las iniciativas ni las convicciones de los que afirm aban la necesidad de un m ovim iento social cris­ tia n o b asad o en la Biblia. H arn ak , p o r ejemplo, aun reconociendo ser «em ­ presa desesperada y peligrosa la de ex tra cta r del Evangelio un p ro g ram a so ­ cial» , escribe en su célebre Das Wesen des Christentums «que el resu rgim ien to de las iglesias evangélicas po d rá lograrse sólo si se dirige la acción al vasto y nuevo cam po de la cuestión social» (10). In teresa m ucho seguir este proceso de socialización del Evangelio en el p ro testan tism o p a ra conocer a fondo la desnaturalización evangélica o p e ra ­ d a en el espíritu nuevo de «las m asas». F re n te al L uteran ism o , inerte y quietista, está el C alvinism o, d inám ico y proselitista. Este, con su teología de la predestinación y su fatalism o co n se­ cuente, crea el m ejor clima a las m inorías p lu to cráticas e industriales. Las ri­ quezas y el dom inio político con stituy en una señal de p redestin ación. Las riquezas son un a bendición que D ios im p arte a los elegidos. El C alvinism o se lanzó desde un principio a la cristianización activa y resuelta de la vida p ú ­ blica y p riv ad a ; y se d a el caso p aradó jico de que, p o r d istin to s cam inos, Lu- (10) H . G io rd a n i: El mensaje social de Jesús (Ediciones «D ifusión») (Buenos Aires), páginas 12 s.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz