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P. Leandro de Bilbao, O. F. M. Cap. 4 3 y la m isma historia. La raza d eterm ina la cap acidad y m odo de ser de los ind i­ viduos, las ideas y creencias, la c u ltu ra y sus instituciones. A un a raz a o rien ­ tal correspond e un a cu ltu ra o rien tal; a u n a raza germ ánica co rresp o n d e un m u n d o espiritual germ ánico. El espíritu es lo deriv ado ; la raza es lo p rim i­ genio. H ay razas superiores, ap tas especialm ente p a ra asum ir el m a n d o de la h isto ria , y las hay destinadas a la servidum bre. La fuerza m isteriosa qu e gob ierna la historia, el destino, no es m ás que la resu ltan te de la acción de las fuerzas superiores, de los valores m ás exce­ lentes, sobre lo jerárq u icam en te inferior. La histo ria no cam in a a base de acuerdo s y com p rom iso s en tre pueblos superiores e inferiores, sino a b ase de caudillaje del sup erio r sobre el inferior. El dinam ism o de la h isto ria, com o el de la naturaleza, es la consecuencia de u n a lucha de contrario s. El racism o alem án descubre los dos grandes polos d e la h isto ria en el pueblo ario , la raza cread o ra, y el ju d ío , el genio del mal, viv idor y c o rru p to r de la sociedad, fuente de to d o lo vil y p o rta d o r de las tin ieb las en medio de la civilización brillan te. En la raza sem ita y negroide rad ic a el pecado original. La salvación del m undo exige un reto rn o al caudi­ llaje m und ial del ario. El racista, com o el com un ista, lleva d en tro una inspiración hegeliana, po r la im p o rtan cia que concede al D estino com o ley cread o ra y reg u lad o ra de to d a la historia. El com un ista llam a Evolución a ese D estino ; Hegel, Idea, y los tres coinciden en crear un mesianismo ciego y fatal. C om o la idea hegeliana es un germen que va desarro llándose en sucesivas creaciones, así la virtu alid ad de la m ateria en el marxismo y la raza en el des­ tin o to talitarista. La evolución m archa ascendente de lo in ferior a lo perfecto; el d estin o g o b iern a lo débil p o r lo fuerte, que es la tesis en lucha con la antítesis, c o n ­ form e al ritm o te rn a rio señalado p o r Hegel en la histo ria. El ju d ío es acicate de lucha en el ario, com o p ara el m arxista el mal es el acicate del bien. El d o lo r nos p rep a ra la víctima, de cuya acción ha de nacer la redención. El M esías cre ad o r de un fu tu ro d e gloria ha sido antes víctim a de un p asado tenebroso. N o hay luz sin tin ieb las; no hay progreso sin oposi­ ció n ; no hay triun fo sin d erro ta. El cen tro de la filosofía com un ista, com o el de la filosofía positivista y la racista, es el hombre hecho Dios. El progreso elim inará to d a lim itación en el dom inio de la n atu ra lez a; el hom bre irá sucesivamente dom in á n d o lo to d o hasta llegar a su total liberación. El racista espera la m isma ap arició n m esiánica del super-hom b re en v irtud de las fuerzas selectivas del destino. El g rito final lo d a rá Z a ra th u stra : «Los dioses han m uerto y a h o ra querem o s q u e viva el sup er-hom b re» , com o escribe N ietzsche.

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