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4 2 El cristianismo y las masas que se p ropagu e p o r todos los medios la c u ltu ra científica en fav o r de la concepción m aterialista de la v i d a . . . , « p ara elevar la conciencia de «las m asas» obreras a un nivel sup erio r y liberarles progresivam ente de p re ju i­ cios r e lig io s o s ..., el p artid o com un ista no puede perm anecer n eu tra l a n te la r e li g ió n ...; en nom bre de las ciencias naturales, técnicas y sociales, se impone la lucha, pues la religión oscurece la conciencia del h om b re» . Así in fo rm ab a la prensa a finales d e 1955. 3.a — Nacionalismo tolalitarista. El últim o en llegar y el prim ero en sucum bir, de los tres cap itan azgo s que han p retend ido condu cir a «las m asas» y o rd en a r su m undo, h a sido el to ta ­ litarism o -n acionalista. D ebem os insistir hasta el fastidio en a p u n ta r la con substancialid ad h um a n ista de todo s estos sistemas políticos que forcejean p o r e stru c tu ra r el fu tu ro social de «las m asas». In teresa p o r do s razon es: la p rim era p ara no identificar com o fenóm eno social cualqu iera de esas políticas que se m uerden los codos po r llegar a la exclusiva cap itan ía de «las m asas» con las m ism as «masas», que de hecho vienen im poniendo su rec to ría social; la segund a p a ra no vincular el fu tu ro social y religioso a d eterm in ad as ideologías, sino a las claras exigencias de «las m asas». Si el fu tu ro de nu estra sociedad cay era bajo el im perio de un a d eterm in ad a po lítica o hub iera peligro de ello, p od e­ m os sentirno s pesim istas. P ero si la fuerza política desp ertad a en «las m asas» no se encauza p o r ninguno de estos estrechos condu cto s, sino que se sirve altern ativ am en te de ellos h asta g astarlos y desecharlos, com o es de su p o n er, tenem os que reconocer qu e el fu tu ro de nu estra sociedad está en función de esta telúrica potencia de «las m asas», sobre la qu e actú an con más o menos violencia los sistemas políticos que el hom bre de hoy es capaz de fo rjar. El prim itivism o con qu e actú an «las m asas» responde al hom b re elem ental, al hom b re que se p rolonga a través de to d as las generaciones; el m odo d em ó ­ crata, com un ista y to ta litarista son los m odos de un m om en to tra n sito rio , y, p o r ta n to , p ro d u cto inm ediato de n u estra m od ern idad, de ahí su c o n s u b sta n ­ cialidad hum anista. El hum anism o, com o negación de D ios po r la afirm ación del h om b re, renuncia a la trascendencia de la vida h um a n a; sólo acep ta su inm an en cia. P ero d en tro de esta inm anencia tiene que d arse un a teleología que co o rd in e las actividades hum an as y las m oralice po r un suprem o servicio, su stitu tivo del servicio a D ios. El R acism o alem án hace su afirm ación hum an ista: la raz a es el elem ento p rim ero y fundam en tal del qu e depende el hom bre, la sociedad

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