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38 El cristianismo y las masas pos ta n m a lo s .. . ; fué más cóm odo seguir d isfru tan d o de las com od id ad es ya aseguradas en el o rden viejo y secular. P asó la o p o rtu n id a d . Esa doliente queja de las m u ltitudes fué recog ida p o r el m arxismo. «Las m asas» han cam b iado su h o n rad o gesto de d o lo r po r el del odio, po r el de la lucha d esp iad ad a de clases. «Las m asas» han rebajado el to n o m o ral de su reclam ación ; su g esto ya no es lim pio. El marxismo ha resu ltado co n trad icto rio , tiene raíces p ro fu n d a s en el espíritu burgués que com b ate y se ha hecho tan cruel e in h um an o com o el capitalism o. El genio israelita de M arx h a descristianizado el signo de «las m asas». H a p ro p u esto a «las m asas» el m ismo ideal burgués, p ero in v e rtid o . La revolución que el m arxism o an u n cia a «las m asas» se lim ita a o frecer a los parias sociales los tesoros de las clases opu len tas, a cam b iar de u su fru c­ tu a rio s; pero no a refo rm ar los abu so s de las riquezas qu e ellos d e n o sta b a n . Los ideales positivos de los socialistas y com un istas son em inentem ente b u r­ gueses; son ideales del triste p araíso terreno. La burguesía ra c io n a lista se hund e en el m aterialism o p o r h ab er negado a D ios, y «las masas» com un istas discuten la posesión de esa m ateria divinizada. «Si el capitalism o — escribe J. Ameal — del siglo X IX fué una larga em ­ presa m aterialista e in hum an a, el com unism o p ro letario del siglo XX no es más que un a tran sfo rm ación de la m ism a em presa. C ap italism o y com un ism o rep resen tan la id o la tría ab so lu ta de lo colectivo im p erson al. Allí lo co lectivo llam ábase riqueza, aquí denom ínase trab a jo . En am bo s casos vemos al h o m ­ bre igualm ente ab so rb ido u olvidado p o r cu alqu ier razón de m a teria lid a d . Puede decirse ya que el leninism o es un capitalism o de E stad o b ajo la fo rm a excesiva e h ipertrófica del m odelo am ericano. T am bién p o d ría decirse qu e el capitalism o, al d ed icar sus altares al Becerro de O ro , p re p a ra b a la inm en sa orgía sanguinaria y an tiespiritual d e la era m a rx is ta .. . El homo oeconomicus revive en su herm ano m ás jov en el homo sovieticus, si éste existe y no es un a simple quim era. «D e n ad a sirve, p o r tan to , salir del m aterialism o burgués p a ra caer en el m aterialism o socialista.» El m aterialism o pasó definitivam ente a co n stitu ir el gesto de «las m asas» clasistas. En su lucha p o r el b ien estar terreno , «las m asas» renuncian oficial­ m ente al cristianism o. E ste ya no puede cond icion ar m o ral ni d o gm á tic a ­ m ente la acción revo lu cion aria; ellas se sitúan p o r encim a de to d a restricción religiosa; lo que no les sirve p a ra el éxito de la revolución p ro letaria no sirve p a ra nada. ¡Es a te rra d o ra la id e n tid a d de gesto en tre la m o ral soviética y el pragm atism o no rteam ericano ! Los dos m undo s ta n irreconciliables p o líti­ cam ente, están éticam ente ta n próxim os, que no se ap recia d eslindam iento . Coinciden las dos «masas» en identidad de gesto fund am en tal, en gesto g ra n

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