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36 El cristianismo y las masas pu ed a negar u n colectivismo p redom in an te que denuncia la p resencia im p e­ ra n te de «las m asas». Puede el lector im aginarse al pueblo no rteam ericano bajo una d ic ta d u ra estatal, que le prive de la libertad individual y m an teng a estos principios po si­ tivistas y utilitarios, y los aplique con el m ismo énfasis con que a h o ra lo hace, orgulloso de su cu ltu ra, el ciu d ad an o , y com p rend erá que en tre Rusia y N o rteam érica existe un a terrible aproxim ación. La verdad es lo útil, la p ro ­ ducción, el éxito p ara el no rteam ericano , exactam ente com o lo es p a ra el com un ista. La diferencia se establece en el reconocim iento de la u tilidad in d i­ vidual o la colectiva. Rusia y N o rteam érica, políticam ente, están muy d ista n ­ ciad as; pero, ideológicam ente, viven un a c u ltu ra de «m asas» que coinciden peligrosam ente en principios muy fundam entales. 2.a — El marxismo. «Las m asas» com unistas son las que han definido más rad icalm en te su p o stu ra frente al Evangelio. He dicho que «las m asas» no se sitú an fu era del cristianism o por su reclam ación ; es más bien el gesto lo que resulta irredu ctib le a la esp iritu alidad evangélica. Pero se im pone un a excepción al tra ta rse de «las m asas» com unistas. E stas son an ticristian as p o r su reclam ación y p o r su gesto. El com unism o es la últim a evolución de la conciencia social susci­ tad a p o r M arx e iniciada p o r el socialismo. La conciencia social de este últim o fué más h o n ra d a que la conciencia burguesa; acusó un a p ro fund a sensibilidad po r los sufrim ientos de las clases económ icam ente débiles; se sublevó co n tra un a situación con frecuencia in ­ hum an a y co n tra los execrables abusos del capitalism o. El m ismo Manifiesto del Partido Comunista flagela a una casta que no conocía ya la m isericordia y sale incluso p o r ciertos intereses de ca rácter es­ p iritual. «En todo s los lugares d ond e la burguesía d eten ta el poder, d estru y ó las condiciones feudales, p atriarcales, idílicas, de la existencia social. R om p ió , inexorable, los com plejos y variado s lazos que ligaban a unos hom b res con aquellos o tro s que, p o r su nacim iento, estab an colocados en un nivel su p e rio r, y no quiso que subsistiese en tre los hcm b res o tro lazo que el de los simples intereses, en que los sentim ientos no en tran . Los sagrados anhelos de los sentim ientos piadosos, de los impulsos caballerescos, de la sensibilidad b u r­ guesa, fueron ap agado s en la corrien te glacial del egoísmo calculista. La dig­ nidad de la persona se sacrificó al cam b io de valores materiales, y en lugar de las libertades, perseguidas y difícilm ente conqu istadas, se instaló, aislada, la libertad sin alm a de las transacciones comerciales. En resum en: del negocio

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