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12 Proforíistica de los nuevos avances bíblicos m ism o: «H agam os al hom b re a n u estra imagen y sem ejanza, es decir, un ser libre e inteligente. (Aquí se p o n d rá de relieve la diferencia en tre el hom ­ b re y los anim ales, con la ayud a de ejemplos ap rop iado s.) D ios quiso qu e el hom b re tuviese un cuerpo especial, y al m ismo tiem po le in fund ió un alm a (inteligente, libre e inm ortal). (E jemplos p a ra d estac ar la distinción en tre el cuerpo y el alm a.) El p rim er hom bre, llam ado A dán , es el p ad re de todo s los hom bres. Y p ara que no estuviese solo le d ió una com p añ era sem ejante a él: creó la p rim era mujer. P o r eso los llam am os nuestros prim eros padres.» C on algunos más av anzado s puede uno atenerse más a la letra, insistiendo ya en algunos detalles de la descripción : «La Biblia, L ibro de D ios, nos m ues­ tra al C rea d o r tra b a ja n d o d u ran te seis días en su obra. Se expresa así no p a ra en señar que D ios ha creado realm ente el m undo en seis días de veinti­ c u a tro horas, com o si D ios hubiese hecho la luz hoy; m añ an a, el firm am ento, y al día siguiente, la hierba, las plantas, los á r b o le s .. . , y así sucesivam ente; sino que se expresa así p ara d arn o s un a lección: a ejemplo de D ios, los h om ­ b res trab a jará n seis días y descansarán el séptimo. La Biblia dice que D ios descansó el séptim o d ía ; es un m odo de h ab lar p ara ind icar que D ios cesó de crear. En la narración an terio r, a p ro p ó sito de A dán y Eva, se usó una fó rm u la v ag a; a h o ra podem os enriquecer estas nociones. A ntes que nada, se ha de incu lcar la d o ctrin a de la excelsa d ign id ad del hom bre. P o r su cuerpo, se ase­ meja a los anim ales y es perecedero: es tierra. P o r eso la Biblia nos presenta a D ios m od elando nuestro cu erpo con polvo. Puede ap rov ech arse este ejem ­ plo p ara explicar que tod as las p alab ras de la Biblia no hay qu e tom arlas se­ gún suenan. D ios es espíritu, no tiene m anos. Si la Biblia usa este lenguaje, es p a ra en señ arno s que, po r o rden de D ios y p o r intervención especial de su poder, el prim er hom bre recibió un cuerpo perecedero y un alm a inm ortal. La enseñanza h a d e ser, en segundo lugar, progresiva. T a n to en el g rado elemental com o en los superiores, debe desarro llarse arm ó n icam en te ; es ne­ cesario abstenerse de inculcar en el niño nociones, ideas, imágenes, qu e más ta rd e h ab ría qu e rectificar. G ran núm ero de niños, después de los prim eros año s de iniciación religiosa, se substraen a la influencia de los educado res cristianos. Se ven, po r ta n to , privados de la inform ación necesaria p ara re­ visar y correg ir nociones equ ivocadas, recibidas en la p rim era infancia. Se lanzan a la vida con un bagaje de concepciones pueriles e inconsistentes acerca de muchos p un to s bíblicos, y especialm ente en lo relacionado con la histo ria de los orígenes. Con este caudal irrisorio de conocim ientos, ¿cómo resistirían a las objeciones de los enem igos? F inalm ente, en nuestras explicaciones brillará un a gran precisión teoló­ gica. Es decir, aten to siempre a d istingu ir en tre lo cierto e incierto, lo esencial

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