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272 Por el mundo de las almas L a e lectricida d nos a lum b ra en la noche, arra stra in co n tab le s trenes, mueve inm ensas fábricas... P a ra to d o esto ¿qué es lo m ás im porta n te, las instalaciones, los cables, el m ontaje, o la energía que p o r ello s nos viene a se rv ir? — L a energía. — Y sin em bargo, ya ves tú que todos lo s k ilo v a tio s ha b id o s y p o r haber no nos serían de n ing una u tilid a d si no tuviéram os lo s m edios de co n d u c irlo s a donde nosotros querem os. D e parecida m anera — recalcó el ad je tivo «parecida», p o rq u e las com p aracio nes nunca pueden entenderse co n rig u ro sa s im ilitu d — , de p arecida m anera, en la gran o b ra del ap o sto la d o c a tó lic o las o racio nes y sa crificio s tienen la p rim o rd ia l im p o rta n ­ cia, porque son ellos lo s que obtienen la g racia de D io s, pero n o puede prescindirse de las actividad es externas — p re d ica ció n , catequesis, lib ro s, conversaciones, et­ cétera — , porque sin éstas, según la o rd in a ria p ro v id e n cia d iv in a , no lle ga ría a las alm as la in fluencia sa lvad ora de C risto . H a y algo en San Pablo... A g u a rd a d uno s m om entos... S í, a q u í está. E p ísto la a los R om a n o s, cap. X , versícu lo s 11 y siguientes: « Dice la Escritura: Todo el que creyere en El, no será confundido... Uno mismo es el Señor de todos, rico para con todos los que le invocan, pues "todo el que invocare el nombre del Señor, será salvo” ». «Mas ¿cómo invocarán a Aquel en quien no creen? ¿Y cómo llegarán a creer, si nada de El han oído? ¿Y cómo oirán, si nadie va a predicarles? ¿Y cómo habrá pre­ dicadores, si nadie les envía? Por algo está escrito: ¡Cuán hermosos los pies de quienes van anunciando el bien!... La fe viene por la audición; y la audición, por la palabra de Cristo predicada.» ¿E stá bien c la ro el texto p a u lin o ? P o r eso D io s exige a cierto s fieles suyos (en concreto, a quienes son sus «m in is­ tros») la d e d ica ció n seria a las tareas del ap ostolado. «E l andar evangelizando — es­ crib e a los c o rin tio s el m ism o A p ó s to l de las G en te s — no es precisamente una gloria para mi, sino una necesidad; pues ¡ay de mí si no evangelizara!» (1.a, I X , 16). Y dice tam bién su d iscíp u lo T im o te o : «Te conjuro por Dios y por Jesucristo, que ha de juzgar a vivos y muertos..., a que prediques incansablemente la palabra (divina), in­ sistiendo con oportunidad o sin ella; arguye, enseña, exhorta con ancho corazón y buena doctrina» (11.a, IV , 1). Indudablem ente, las externas o bras de ap o sto la d o son necesarias según los planes de D io s, y to d o cristia n o debe co o p e ra r a e llas en la m ed ida de sus p o s ib i­ lidades. Pero nunca ha de perderse de vista que lo m ás hondam ente d ecisivo es lo o t r o : fo rza r la in te rven ció n de D io s co n o racio nes y sacrificios. S i esto se descuidare, las m ás pasm osas actividad es de « a po sto la do» se quedarán en hueras agitaciones: m ucho ru id o y pocas nueces. «Si Dios no levanta la casa — canta el salm o 1 2 6— , en vano trabajan quienes la construyen. Si El no guarda la ciudad, inútilmente vigilan sus centinelas.» Y no pueden calificarse de exageraciones m ísticas las cosas que dice San Ju a n de la C ru z en la an o ta ció n que precede a la ca n ció n 29 de su Cántico espiritual: « Adviertan aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predi­ caciones y otras exteriores, que mucho más provecho harían a la iglesia y mucho más agradarían a Dios (dejado aparte el buen ejemplo que de sí darían) si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración... Cierto, entonces harían más y con menos trabajo con una obra, que ahora con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales en ella; porque de otra manera, todo es martillar en frío y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aún a veces daño.» — Y ¿cuál es la ra zó n ú ltim a de to d o eso ? — Q u izá la verdadera ra zó n ú ltim a de to d o esto sea que D io s lo ha q u e rid o así. E n cu an to a su e xp lica ció n teológica, hay que tener presentes v ario s pun tos fundam entales, no fáciles de resum ir en fo rm a cabal.

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