PS_NyG_1955v002n003p0265_0277

Fr. Eusebia de Pesquera, O. F. M . Cu¡>. 267 — » ¡Q ué sé y o ! Q u iz á no sea tan d ifícil...» E l éxito no d u ró só lo aquel día. H em os ven id o rezando el ro sa rio en la iglesia to d o s los d om in go s del mes de octu bre; y últim am ente ya eran ellos, los jóvenes del pueblo, quienes me llam a b an para ir. Y o pensaba que la cosa seguiría así para siem pre. Pero... « U n día, a l c o n c lu ir nuestros rezos, el sacristán nos d ijo secamente: « E sto se acabó. L a iglesia n o vo lverá a abrirse nin g ú n d om in g o p o r la tarde.» N o s quedam os de una pieza, pero com p re n d im o s que era in ú til tra ta r de obtener explicaciones. N o q u ie ro pensar en el asunto, porque me vienen pensam ientos m uy tristes, pues me cuesta creer que la orden de «cierre» fuera cosa exclusivam ente del sacristán. Pero, Señor, ¿tanta m olestia causábam os, o tanto nos m etíam os en el gob ierno de la pa rro q u ia , co n que los d om in g o s fuéram os en gru p o a rezar a la V irg e n ? Y o no q u ie ro ju zg a r al señor cura, m ás bien trato de p rom o ve r su au to rid a d y el respeto que se le debe, según usted me aconsejó antes de ven ir; pero me to rtu ra el pensa­ m ien to de que no le debe de interesar m u ch o el bien e sp iritu a l de sus feligreses. E s cierto que ya está bien e ntrado en la m adurez, pero alg o más... N o sé, n o sé... « N o nos d im o s p o r vencidos; y ap ro vechando que hay una c a p illa p a rtic u la r en una casona del pueblo, hem os seguido a llí con nuestro rezo d om in ic a l del ro sario . A h o ra estam os con la novena de A n im a s ; vendrá después la de la Inm aculada, luego N avidades... E n fin, y o estoy co n bastantes án im o s y no pocos proyectos. « N o puedo ap untarm e m uchos tantos, porque aun cu an d o me va casi toda la ju ve n tu d , lo s m ayores siguen m irá n d om e con recelo, casi co n an tip atía , y rep itiendo que «sólo sé rezar». Padre, soy débil, y en ocasiones tem o acabar dándom e p o r vencida. Q u isie ra tener entereza de m ártir, co nstan cia de ap óstol...; pero ¡echo tanto de m enos un p o q u ito de ayu d a! D irá usted que no estoy tan sola, que D io s está conm ig o, m irá n d om e y sosteniéndom e... Sí, lo creo, lo creo con to d a m i alm a, pero ¡son tantas las veces en que no lo siento! Parece que E l está d o rm id o o escon­ d id o , o que se ha id o p a ra un largo viaje. « M e acuerdo m ucho de L e ó n , del lum in o so am biente de sus calles, de m is que­ rid as am igas, de m is herm anas terciarias, de la fa c ilid a d p ara confesarse, p a ra c o ­ m ulgar, para ir a cu a lq u ie r h o ra ante Jesús Sacram entado... A veces, sobre todo c u an d o p o r las tardes co n tem p lo cóm o los ú ltim o s rayos de sol do ran lo s más altos pico s de estas m ontañas, o tam bién cu an d o escucho el m o n ó to n o caer de la llu v ia , me entra una n ostalgia terrib le, qu izás unas ganas locas de volverm e v o la n d o ahí. « N o crea que to do s los ratos de m is días son tristes o con pesadum bres (en lo e xte rio r p ro cu ro siem pre d is im u la r lo m ejor que puedo), no. T am b ié n hay ratos buenos; gozo m ucho con el sile n cio de los cam pos, co n la vista de esta naturaleza m ajestuosa que nos rodea. Pero q u izá cu an d o m ejor lo paso es cu an d o estoy con m is niñ o s: ¡es tan em ocio nan te ver cóm o me creen todo, a l m enos los más pequeños, cóm o sus a lm ita s se van ab rie n d o hacia D io s, cóm o p ro cu ra n rezar, y hasta hacer algún sa crificio ...! E n lo s recreos, si no hay personas m ayores p o r a llí, soy entre ellos com o una niñ a más, y ju eg o al co rro , y palm oteo y an im o los cantos... « E n fin, Padre, no deje de seguir ro g an d o p o r su pobre Azucena .» ¿ C óm o no h a ce rlo ? ¿C óm o o lv id a r a aq u e lla adm irab le cria tu ra, que tan bella­ m ente trataba de ser «testigo» y «apóstol» de D io s en m edio de pobres alm as casi del to d o ab an d o n ad as? E lla sí que iba cum p lie n d o bien todas aq uellas cosas que el P. F id e l procu rab a enseñar a quienes se m o vía n en su derredor. ¡Q ue D io s la bendijese co n las b e n d i­ ciones m ás c um p lid a s!

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz