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Fray Cesáreo de Armellada 261 que se d e riva de la u n ió n de dos que se am an y desean v iv ir unidos. « A -d a ré e-payai» (quiero estar co n tigo ) es q u izá la m ás frecuente de claració n de am or. T o d o lo dem ás los tiene sin cu id a d o ; el am o r es rom á n tico ; es m ás darse que re cib ir. E l clásico « contigo pan y ceb o lla» es verdaderam ente la síntesis y d e scripció n de la situ a ció n p sico ló g ica de lo s n o v io s y recién casados in d io s pemón. C a s i al m ism o tiem po y u n p o co m ás ru borosam ente aparece en la lín ea de las m o tiva cio n e s del m a trim o n io el deseo de tener hijos. « M is h ijito s o m is h ijita s q u ie ro tenerlos ante m i vista ; q u ie ro llam a rlo s y que me respondan; q u ie ro son- reirm e co n ellos; q u ie ro c ria rte tus h ijito s; q u ie ro lle va rlo s en m is brazos», suelen d e cir respectivam ente hom bres y mujeres. C u a n d o éstas sueñan con que llevan lo rito s u otro s pájaros en sus brazos, lo interpretan com o presagio de que van a tener un niño. E l am o r a los n iñ o s es cosa que los entusiasm a grandem ente; para e llo s dicen que preparan la casa, la sementera, el «güenep», etc. C u a n d o no los tienen, llegan a ro b a rlo s; y las mujeres se resarcen de su carencia, en parte, cria n d o anim ales. E l asunto del m a trim o n io com o conveniente para ayudarse h om b re y m ujer en las otras tareas y faenas de la v id a , aparece m u ch o m ás tardíam ente en sus co n ­ versaciones y en un p la n o m u ch o m ás secundario. Y a l c o n tra rio , en boca de los padres de lo s enam o rados esto es lo p rim e ro que aflo ra en las conversaciones y en la lite ra tu ra o ral. E sta nos presenta frecuentem ente a l padre de la enam orada m u­ chacha (el fu tu ro suegro) despreciando a l fu tu ro yerno, d icie n d o que es pequeño y que para pequeño ya bastaba él; y si es a lto , que es po co trabajador, que es m uy an dariego, que no es m adru gador, que no se le ve dedicarse a la caza o a la pesca, etcétera; las suegras aparecen igualm ente queriend o q u ita r las telarañas de los ojos de sus hijos, d iciéndo les que la n o v ia es pequeña o poco m oza, que es p o co h a b ili­ dosa p ara pre p arar la com id a y la bebida, que es poco lim p ia , que no sabe h ila r o tejer, etc. Y de aq u í procede tam bién que los novios, que nada de esto ignoran, traten de hacer vale r sus habilid a d e s y sus se rvicio s m ás ante lo s suegros y nueras que ante el fu tu ro consorte. E l parentesco se in vo ca a veces com o m o tiv o de e n am oram iento y m a trim o n io ; pero el parentesco m u y cercano se presenta siem pre com o inconveniente. D e ahí que el incesto se critica , asusta y hasta h o rro riz a ; y en la lite ratu ra o ra l só lo apa­ rece to lerab le cu an d o (com o en la leyenda de M aich a p u é ) un padre com ienza una raza en un lu ga r desierto con su hija ú n ica (hija de él y de u n a calabaza). L a repulsa a la exogam ia no se funda en o tro m o tiv o que en la cautela general, que se respira en estos versos p o p u lares en V enezuela: «Q uien bebe el agua en «ta­ para» (calabaza) — y se casa en tie rra ajena — , no sabe si el agua es cla ra — n i si la m ujer es buena.» V erso s que equivalen a estos o tros re fra n ístico s de E spaña: «Q u ien a tierras lejanas se va a casar, o va engañado o va a engañar.» E n la lite ra ­ tura o ra l y en la v id a p ráctica aparecen más avisados sobre esto las mujeres, quienes, p o r no hacer caso, co n frecuencia se desposan co n seres an tropó fag o s disfrazado s de in d io s inofensivos. Y los varones, creyendo que se casaban co n in d ia s jóvenes, ag raciadas y hab ilid o sas, lle vaban a casa de sus padres la h ija de un venado, que c o rría de spavorida al o ir lo s p rim eros la d rid o s de los perros de lo s in d io s. Pero tam bién aparecen zaheridas las suegras que no ven más que defectos en las nueras y son dem asiado desconfiadas, com o aq u e lla que ah uyentó a la abeja co n la cual h u b iera ten ido sucesión su h ijo y con e llo todos los in d io s pem ón hu b ieran ap ren did o a fa b rica r m iel y cera, cosas que ah o ra ig n o ran y nunca m ás aprenderán. E n alg unos m a trim o n io s de in d ia s con c rio llo s venid o s de otras tierras, o im o s d e cir a lo s pem ones que aq u e llo no debiera hacerse, p o rq u e tam po co se unían perro y gata, to ro y yegua. Pero lo más frecuente fué o írle s de cir que n o debían lle ­ várselas lejos de la vista de sus padres, p o rqu e quedan m u y in tra n q u ilo s, o que debieran, en cam b io , traer a sus herm anas para ello s casarse con ellas. D e m odo

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