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Fray Cesáreo de Armeliada 259 pios y sus com id as p ro pias. Y aun las cosas hechas o a d q u irid a s en com ún, se las re p artían p ara la a p ro p ia c ió n y disfru te p a rticu lar. E stas dos observaciones nos p o n ía n ante la existencia en este gru p o hum ano de in d io s pem ón de la in stitu ció n fam ilia r, que, de una m anera general, to do s defi­ nim o s com o «una ag ru p ació n estable de hom bre y m ujer y m utu a entrega de cuer­ pos en ord en a la pro cre ació n de la especie hum ana, y co n tin u a y m utu a prestación de energías, afectos, etc., para hacerse m ás llevadera la carga de los hijos y las otras cargas de la vida». E sta segunda o b se rvació n necesitaba la prueba decisiva del tiem po; gracias a nuestra larga perm anencia entre los in d io s p u d im o s co n stata r que, después de meses y años, seguía aq u e lla u n ió n y adherencia, que es necesaria para que tal u nió n, entrega y m u tu o a u x ilio puedan ser llam a d o s m a trim o n io . Sim ultáneam ente a estas observaciones com enzam os a ver y o ir de cir que algunos, pocos, in d io s tenían más de una m ujer. E sto sucedía de dos m o do s: las mujeres c o n viv ía n sim ultáneam ente con el in d io en la m ism a casa, o el in d io pasaba tem po­ radas sucesivam ente, ah o ra co n una, ah o ra con otra, en sus d istin to s caseríos. E n un censo to ta l de la trib u , co n fe ccio n a d o el año 1942, p u d im o s ver que la p o lig am ia no llegaba a l cu a tro p o r ciento. N u n ca , n i en un so lo caso observam os (h ab lo en p lu ra l de m í y de m is com p a­ ñeros) la poliviria, una m ujer que tiene a la vez m uchos varones. C o n el transcurso del tiem p o registram os alg uno s casos de exogam ia, bastante pocos y casi p o r igual de varones y de mujeres: unas veces el va ró n tra ía su m ujer de las trib u s vecinas; o tras veces el v a ró n se quedaba en la trib u de la m ujer que lo h a b ía conquistado. P o r regla general n o se ven m a trim o n io s m u y prem aturo s n i dem asiado jóvenes; en los pocos casos de excepción, encontram o s algunas mujeres, to d a vía niñas, tra í­ das p o r lo s varones para que m ás adelante les sirvieran de esposas. N u n ca vim o s esto en lo s varones. C o m o tam bién fueron m uy raro s lo s casos en que se veía ser el va ró n notablem ente m ás jo ve n que la mujer. E stas ú ltim a s observaciones nos dem uestran que, aparte de algunos escarceos sexuales, de que hablarem o s en el ca p ítu lo de las m otivacio nes, el m a trim o n io es con sid erad o p o r ello s cosa im portante y que a él se llega co n el de bid o co n o cim ie n to y reflexión. Jam ás n in g u n o de lo s m ision e ro s hem os o bservado n i o íd o la co stum bre, que dicen e x istir en alg uno s pueblos o trib u s p rim itiv a s, de prestar la m ujer. S ó lo en la lite ratu ra o ra l se refiere el caso del P ia im á (ser gigantesco, selvático y fatuo), que, deseando tener hijos co n las habilid a d e s de los indios, pide a un o de éstos el acceso a su m ujer. L a excepción co n firm a la regla. Y aun esta excepción va dentro del e sp íritu más le g ítim o del m a trim o n io , que anotarem os en el segundo aparte. H asta a q u í el ca p ítu lo o aparte p rim e ro de los hechos observados y n o obser­ vados en to rn o a la in stitu ció n que llam am o s m a trim o n io . P a ra ello s bastaban casi exclusivam ente los ojos y una o rd in a ria c u rio sid a d , com ú n a to d o hom bre, y m áxim e al viajero y residente entre gentes extrañas. Sencillam ente, de este p rim e r ca p ítu lo tenem os que d e d u cir que la tó n ica d om in a n te entre lo s in d io s pem ón es el m a trim o ­ n io m onogám ico, fiel y perpetuo. N A T U R A L E Z A Y G R A C IA .— 6.

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