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P. Rainerio de Nava, O. F. M . Cap. 251 dente hundiéndose en el h astío y en la co n cie n cia de la nada que integra la v id a hu ­ mana. E l sentim iento fundam ental del «D asein» es ser a rro jad o al m undo sin saberlo, sin escogerlo y p riv a d o de una fin a lid a d concreta que ju stifiq u e su presencia en la vida. C u a n d o el hom bre adquiere la co n cie n cia de sí ya está a llí, ya está inm erso en la co rrien te de la vid a , y esto le hace sentirse im potente, desam parado y a disgusto. A dem ás, la aventura de la existencia cu lm in a rá en la muerte. P o r este m o tivo , cu an ­ do en el entretiem po el hom bre se hace cargo de su existencia y reconoce la nada, el sin sentido de las cosas bro ta en lo m ás h o n d o de su ser, la angustia. P o r tanto, p a ra H eidegger, una existencia auténtica, im p o rta que el hom bre, bajo la perspectiva de la muerte com o fin to ta l y ab so lu to de su ser, realice proyectos que co n stitu y an a la vez su sentido y el de las cosas para la nada. A d m ite el filó so fo de B adén que la hum an id ad estaría en un p eligro grande de a n iq u ila rse si to do s lo s hom bres se d ieran cuenta del ab ism o total de la nada, de este nuestro ava n zar vacilan te a la to tal e in e lu d ib le a n iq u ila c ió n y de la in u tili­ dad del an helo de p ro lo n g a r nuestra v id a constru yéndola. P o r eso — dice — m uchos se refugian en una existencia inautèntica, im personal. E l hom bre, sobre tod o de la calle, apenas si piensa en la muerte, y p ara asegurarse lo existente se fo rja íd o lo s, el a b so lu to d iv in o , la h um anid ad , la ciencia, etc. Estas ideas generales sobre el aspecto re lig io so de la filo so fía de H eidegger de­ muestran que el h om b re heideggeriano ha de ser necesariam ente ateo y escéptico, su avance trascendente es exclusivam ente h o rizo n ta l del hom bre hacia su futuro, a la p ro yecció n en el m undo que p o r la m uerte ha de desem bocar en la nada. Es, p o r tanto, in cap az de e n co n tra r en el ab so lu to trascendente, en D io s, la base ansiada de la existencia hum ana com o la han h a lla d o M a rc e l y los que p u d iéram os llam a r la derecha existenciaiista. S artre ad o p ta fundam entalm ente las líneas del e xístencialism o H eideggeriano. Pe ro en vez de m antenerse en un escepticism o especulativo, se hunde en la sensua­ lid a d m ás cru d a , llevado p o r su v iv id a co n cie n cia de ser lib re y a rro jad o ab surda­ mente a la existencia. « E l h astío p ro fu n d o — decía H eid eg uer — , e xten dido com o brum a silenciosa en lo s ab ism os de la existencia, co n fu n d e extrañam ente las cosas, a los hom bres y a n o sotros m ism os en la general indiferencia. E ste h astío es una revelación de la to ta lid a d de la existencia» (1). D e esta experiencia de los p riv ile g ia d o s están ah itos lo s personajes de las p rin cip ale s novelas sartrianas, sobre to d o A n to n io R o q u e tín , pro tag on ista de La Náusea. T a l vez lo m ás caracte rístico del filó so fo francés sea esa co n cie n cia de lib e rta d que pone en el hom bre a rro ja d o a la v id a sin fin a lid a d ninguna. « E l en sí, es ei ser m acizo , cebado de sí m ism o hasta tal p u n to que no entabla n ing una re la ció n consigo m ism o n i co n los dem ás seres. Pe ro he a q u í que la co n cie n cia se in terro g a y se pone en re la ció n co n el m undo. E l ser n o sabem os p o r qué aventura se expansiona e in tro d u ce en sí fisura de nada. D e esta génesis resulta el para sí, el hom bre, el ser presente a sí m ism o y condenad o a la lib e rta d » (2). E sta presencia a sí m ism o, esta co n cie n cia de sí y la libe rta d consiguiente que los demás filó so fo s consid eran com o la p le n itu d de la existencia es, según Sartre, su p ro p ia destrucción p o rqu e la verdadera ple n itu d del ser consiste en la c o in cid e n cia de lo id é n tico, y el desgraciado que ha ob te n id o esa co n cie n cia de sí, vive en c o n ­ tin u a fuga de sí m ism o, aspira a en co n trar el reposo del en sí, sin querer perder la co nciencia, pero in ú tilm en te ; a veces cree e n co n tra rlo re a lizan d o «el en sí para sí» (4) R . Troisfontaines, El exístencialismo y el pensamiento cristiano (Bilbao, 1950), 46. (5) O. C., 44.

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