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246 El naturalismo frente a la concepción cristiana de la vida Diagnosticar así la vitalidad del laicismo es caer en una ingenuidad lamentable. Estado sin Dios, escuela sin Dios, matrimonio sin Dios, continúan siendo los puntos programáticos de la acción laica en todas partes. Unicamente han variado las for­ mulaciones, la gradación, los disfraces, pero la meta es la misma: desterrar a Dios de las almas y del mundo, establecer por fin el reinado del hombre. Si las duras experiencias impiden a sus partidiarios creer con aquella fe ciega de antaño, no fueron, sin embargo, lo suficientemente eficaces para hacerles renunciar a su fe laica y a sus esfuerzos por difundirla. Estos prenotandos justifican nuestro estudio dedicado a señalar los principales obstáculos de hoy, al reinado de Cristo en la tierra. Adelantamos ya que el principal enemigo del reinado de Cristo sigue siendo el laicismo. Nosotros, por considerarlo un término más genérico y apto para que en él encajen las diversas ideologías anti­ rreligiosas, lo llamaremos naturalismo. 1 BASES FU N D AM EN TA L ES D E L NA TURA LISM O Como aquí lo tomamos, el naturalismo no tiene un sentido perfectamente de­ terminado. No es propiamente una doctrina científica ni un sistema filosófico. Es más bien una tendencia general del espíritu, un concebir la vida bajo un punto de vista especial, pero que invade todos los campos, científico, filosófico social y aun el de la teología. El naturalismo es negación de un Dios personal, gobernador del mundo y exclu­ sión de un orden moral trascendente. Ser dioses, o, por lo menos, ser como dioses soberanos e independientes, es el ideal secreto o voceado por todos los que simpatizan con él. Bajo esta denominación de naturalista podemos englobar casi todos los sistemas filosóficos modernos; fuera del campo católico hay muy pocos que rebasen la na­ turaleza en sus elucubraciones, y si llegan a reconocer o al menos barruntar la exis­ tencia de un ser trascendente, no aciertan a explicarse una providencia eficaz que gobierne las acciones de los hombres, por eso, el naturalismo es la plataforma en que se dan la mano el conglomerado enorme de sistemas filosóficos modernos para expresar su deseo de total emancipación de la tutela divina. Caen dentro de la noción naturalista, en primer lugar, los sistemas filosóficos que entienden por natural el universo sensible, y en nombre de esta concepción de la realidad niegan que existan ni puedan existir realidad alguna superior ni exterior a ella. Forman este grupo los positivistas, existencialistas ateos, etc. Son también naturalistas los que admiten el espíritu, pero lo hacen inmanente y totalmente supe­ ditado a la materia, como son los panteístas de toda índole y los modernos evolucio­ nistas. Y finalmente, no rebasan tampoco el naturalismo los que admiten un Dios como misterio en el que se resuelvan todos los misterios y niegan que este Dios inter­ venga de una manera especial en el mundo. Estos son todos los que podemos dar la calificación de agnosticistas. Negada la existencia de un Dios personal, gobernador del mundo y el orden moral trascendente respaldado por su divina autoridad, hay cierta lógica en procla­ mar la naturaleza y razón humanas como maestras y soberanas absolutas, en que no se vea justificante para encadenar el pensamiento a una revelación y a un dogma

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