PS_NyG_1955v002n003p0209_0227

210 San Francisco y el panteísmo naturalista de una de las facetas más características de la rica espiritualidad del Poverello: su amor a la naturaleza. Nos interesa, por lo mismo, discutir este tema con toda seriedad. Con ello, además de aclarar tema tan interesante, respondemos a la llamada del Santo Padre en su encíclica Humani Generis. Debe el filósofo y teólogo católico, escribe Pío X II, conocer el error, no sólo para mejor tender la mano al que yerra, sino también para recoger la partecita de verdad que late siempre en él y ahondar en la ya poseída. Al pensador franciscano toca cumplir este programa con relación a la espiritualidad seráfica, rectificando las falsas opiniones de la mentalidad moderna en la inter­ pretación de la misma y valorar cuanto de verdad haya en tales deformaciones. Tanto más necesario es esto cuanto la mentalidad heterodoxa se filtra hoy tan insi­ diosamente a través de los incontables medios de propaganda y de información, que muchos cristianos vienen a quedar transformados, como ha escrito el P. Ge- melli (1), en herejes inconscientes. ¡Y sería bien lamentable que dejáramos al tocio católico y apostólico Francisco de Asís a merced de falsificaciones heréticas o al menos inexactas! Ya es chocante que cuantos han estudiado a San Francisco con mentalidad de filósofo hayan sentido la necesidad, al hablar de su amor a la naturaleza , de defenderle de que pueda ser acusado razonablemente de panteísta. Así el conocido escritor inglés G . K . Chesterton (2), el filósofo francés L. Lavelle (3) y últimamente el capuchino P. Emidio de Ascoli (4). Mas esta alusión a la denuncia y a la defensa sobre el supuesto panteísmo de San Francisco nos incita a entrar a fondo en el tema. 1 AMOR D E SAN FRAN C ISCO A LA N A TU R A L E ZA E IN T ER P R ETA C IO N D E L MISMO POR LOS PR IM ERO S B IOGRA FO S D E L SANTO Que San Francisco tuvo una especial intimidad con las criaturas todas de Nuestro Señor no es tan solo un hecho innegable; es más bien una faceta peculiarmente sugestiva en la vida del mismo. Todos sus principales biógrafos hacen referencia a ella, excepto Los Tres Compañeros (5). Nos place señalar aquí el diverso modo que tienen dichos biógrafos de describir y comentar este aspecto tan sugestivo de la vida del Santo, pues a través de estas descripciones y comentarios se comenzará a entrever toda la hondura teológica y mística del problema. (1) Cf. El franciscanisnto. Trad. de G il M onzón (Barcelona, 1940), 369. (2) San Francisco de Asís. Trad. de M . M anent (Barcelona, 1925), 147-152. (3) Quatre Saints (París, 1951), 69: «Ainsi, c’est être injuste à l’égard de Saint François que de liu reprocher d’incliner vers un naturalisme panthéiste.» (4) El aima de San Francisco. Trad. de! P. C rispín de R iezu (Bilbao, 1955), 273. (5) Sería interesante un estudio psicológico de las primeras fuentes franciscanas, te­ niendo en cuenta su respectivo material selectivo. Ello nos adentraría en la peculiar actitud mental de los biógrafos respecto del Santo y, de rechazo, nos iluminarían mejor al mismo. Es, v. gr., chocante que San Buenaventura cele todo lo que se refiere al Testamento del Se­ ráfico Padre. De ello se han dado razones muy fundadas, lo que debe excitar a un estudio general de las fuentes bajo este ángulo de perspectiva de modo parecido a como se ha reali­ zado con los evangelistas.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz