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Fr. Feliciano de Ventosa, O. F. M . Cap. 219 Iniciado el viraje deformador del dulce Santo en la época romántica, siguió per­ viviendo en multitud de ensayos filosóficos e infinidad de producciones artísticas. Mas, para qué seguir... Valgan de resumen lo que escribió J. Cejador al tratar del neopaganismo y misticismo literario de principios de siglo: «Está de moda San Francisco y sus Fioretti por el amor a la naturaleza y a todas las cosas, pero los mo­ dernos lo toman en sentido pánico, panteista... Todos esos pujos de helenismo, de paganismo que muestra tener el arte moderno, ya de por sí, ya mezclado al cristia­ nismo, sobre todo franciscano, no es más que el panteísmo llevado de la filosofía al arte» ( 1 ). Brindamos este párrafo del historiador de la literatura castellana a cuantos ingenuos ven franciscanismo auténtico en tanta literatura y arte que trasviste en muchas de sus obras un panteísmo larvado, y, por consiguiente, la más burda de las falsificaciones de la ingenua espiritualidad del Poverello. Mas tratemos ya de aclarar estas realidades históricas que tanto daño han causado al genuino franciscanismo, provocando hacia él suspicacias y desconfianzas in­ merecidas, abordando el problema en lo que tiene de más íntimo y profundo. III AN A L IS IS D E LOS SUPUESTOS CONTACTO S D E SAN FR AN C ISCO CON E L PANTEISMO N A TU R A L IS TA No hay error que no haya apresado entre sus mallas alguna partecita de verdad, según el pensamiento de Pío X II en la Humani Generis. También el panteísmo na­ turalista contiene sil partecita de verdad por la que mantiene algunos puntos de contacto con la espiritualidad de San Francisco, provocando en los incautos los artilugios y mixtificaciones que venimos denunciando a lo largo de nuestro estudio. Estos puntos de contacto los podemos reducir a tres: método intuitivo, revelación de lo infinito en lo finito, simbolismo de la naturaleza. Método intuitivo en primer término. Que éste era el método mental de San Fran­ cisco, un somero análisis de su íntima psicología lo revela plenamente. Nada más opuesto a su proceder habitual que la actitud del sabio que con frío cálculo quiere deducir sistemáticamente la contextura de este mundo. A San Francisco no le preocupan los ligamentos que anudan a unos seres con otros. Contempla a éstos sencillamente, con esa mirada de íntima comunicación por la que parece convivir con ellos. E l alborozo que provoca en su alma su bellísima tierra natal, su ilusionado idealismo por las gestas caballerescas, su chocante desinterés por el negocio paterno, su festivo espíritu juvenil, hasta la compasión espontánea hacia el terrible gafo que pide sentado en una vereda, todo ello nos revela una naturaleza espontánea, de fina captación de la realidad del momento, pero no muy dada a la reflexión y al cálculo. Más tarde, cuando Dios le llama, son sucesivas intuiciones las que le van abriendo el camino de su vida. El Cristo de San Damián le habla os ad os; la lectura del evangelio provoca de modo inmediato una revolución en su vida; sin atención a cálculos humanos, envía a sus primeros frailes de dos en dos, como ave­ cillas del cielo; él mismo predica la gran verdad olvidada de la «paz y el bien», movido por la afluencia espontánea de su espíritu. Siempre la intuición domina en (1) Historia de la lengua y de la literatura castellana (Madrid, 1920), t. XIII, 10.

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