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P . G ab riel (le S o tie llo 137 el existencialismo contemporáneo un conato de superar 1 a antítesis entre el Absoluto de la inmanencia y el Absoluto de la trascendencia. Aún más: se da una prioridad al ser sobre el pensar; pero esta instancia realista no ha podido aclarar cuál es el ser que es fundamento del mismo pensar. En el sec= tor ético, si es cierto que el individuo proclama el carácter absoluto y ori= ginario de la propia libertad, rehusando someterse a una imposición de la colectividad, en cualquier forma que se presente ésta; pero ese individuo, al quedar sin una vinculación al Absoluto, a Dios, se encuentra sin una norma de moralidad absoluta: un ser a la deriva y además sin defensa ante la libertad también ilimitada de los demás. Es decir, que si el existencialismo tiene el mérito de haberse orientado hacia el ser concreto, elude luego el precisar de qué se trata. Busca un Absoluto y no da con E l y hasta fracasa en su misma pretensión ética de salvar al individuo contra la colectividad o el totalitarismo. R U M B O A G R E C I A La metafísica, en última instancia, no tiene sentido si se carece de la convicción, o, al menos, de la sospecha, aunque ésta venga por un camino poético, de que el ser tiene una estructura inteligible. A través de todas las manifestaciones del ser, en su multiplicación y variedad, vigen esas leyes últimas, que constituyen lo que podríamos llamar las constantes del ser y en una traslación humanística, su intimidad o mismidad. Ahora bien; es incues= tionable que los griegos creyeron vigorosamente en esa inteligibilidad del ser, en esa forma inviscerada en la materia que, de una manera u otra, viene a ser lo que llamaban el ser, lo realmente real, en frase de Platón. Por eso, en todo retorno a la metafísica habrá siempre una nueva peregrinación a las tierras helénicas. Los griegos tuvieron la genial intuición de una estructura onto= lógica, que trasciende todas las modalidades finitas de lo real. Por eso, me parece un gran acierto la conclusión a que llega Mazzantini cuando escri= be: «Contemplar y gozar esta estructura ( questo itnplesso) en los seres fini= tos y los seres finitos en esta estructura, es contemplar la belleza..., razonar, justificándola, la posibilidad de la relación de ella con los seres, _y de los seres con ella, es razonar la verdad: poesía y metafísica en última instan= cia» (p. 4 9 7 ). Por este camino, los griegos llegaron a una catolicidad, lla= mémosla así, del ser, ya que descubrieron su inmanencia y trascendencia a un tiempo respecto del mundo y del bien, sobre todo a través del pensamiento de Platón. En otras palabras: los griegos descubrieron lo absoluto a un tiem= po como inmanencia y trascendencia y en el campo del conocimiento, la universalidad de la razón, que abrió el camino al cristianismo y a su univer= salidad de la revelación. Hay que desechar, por tanto, esa antítesis que se ha pretendido ver entre helenismo y cristianismo y esto nos explica el por qué los Padres Griegos pudieron ahondar tanto en las verdades reveladas par= tiendo de su formación helenística. La máxima aportación de Grecia a la metafísica clásica consistiría, pues, en haberla fundado sobre una base que permite todos los posibles desarrollos ulteriores; en haber desvelado, no sólo con intuición poética, sugestiva, sino con limpidez filosófica, justificativa,
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