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P . G a b riel d e S o tiel/o 153 historiador Bochenski, en su libro de orientación general en el campo de la filosofía contemporánea, pone como última corriente del pensamiento filo= sófico de nuestros días la filosofía del ser. Son suyas estas palabras: «Bajo el epígrafe de filosofía del ser vamos a ocuparnos de la corriente de la filo» sofía europea de la actualidad, que reviste la máxima importancia. La ma= yoría de los filósofos de este grupo son expresamente metafísicos... Si buscá= ramos la fuerza decisiva última que trabaja tras todo este movimiento, sin duda que tropezaríamos con Platón y Aristóteles» ( 3 ). Ortega vió una parte del problema, la no vigencia de la llamada filosofía moderna; pero quedó en= redado en el relativismo historicista. Bochenski, en 1951 , constata, además, el retorno de la metafísica. ¿Cuál es esa «filosofía moderna» que ha agotado sus posibilidades? En última instancia, de donde brota luego en una infinidad de sistemas y ten= dencias la llamada filosofía moderna es la filosofía de la idea, como la fiIo= sofía helénica fué la filosofía del ser. La idea en Descartes todavía no se identifica con la realidad; en Descartes lo inmanente no es la verdad, sino el criterio de la verdad. Pero ya no queda mucho camino que recorrer para pasar de la inmanencia del criterio a la inmanencia de la realidad. La filo= sofía moderna, es, pues, inmanentista, que culmina en el inmanentismo abso= luto del Idealismo alemán. Desde un punto de vista «humano» ese inmanen= tismo es una filosofía de la insinceridad. Y aquí no estará fuera de lugar dete= nernos unos momentos ante un hecho que me parece digno de tenerse en cuenta. Si el rumbo que tomó el pensamiento fisológico desde Descartes fué fundamentalmente desviado, ¿por qué siguió arrolladoramente imponiéndose durante tres siglos? Y , sobre todo, esta otra pregunta: ¿por qué, siendo una construcción mental, no pudo ser derrocada por otra construcción mental realista, sino que cayó cuando los hombres se percataron de las funestas con= secuencias prácticas a que llevó a Europa en los últimos tiempos? Son pre= guntas que quedan aquí sin respuesta, preguntas que no apuntan ni sugieren ningún irracionalismo. Aún más: yo me inclino a pensar que estas preguntas nos deben inmunizar en adelante ante cualquier clase de ingenuidad racio= nalista y nos deben, al mismo tiempo, preparar para ir hacia la realidad con un espíritu alerta, pero ancho y comprensivo, sin exclusivismos ni mutilado» nes; hacia un realismo universalista y humanista en el más generoso sentido de la palabra. L a crítica del Idealismo puede hacerse partiendo de la fuente y siguiendo el curso del río, o partiendo del mar y remontándose, contra corriente, hasta el sitio donde surge el hontanar. E l profesor Carmelo Ottaviano, que desarrolló el tema «L'idealismo trascenden tal a la metafísica classica», siguió más bien el segundo método. Todos hemos presenciado la desolación que han traído las últimas guerras y todos miramos con recelo el porvenir, el nues= tro personal y el de los hijos, el de los que hoy juegan en la inconsciencia de la temible realidad mundial. ¿Se explica este hecho recurriendo a una ley fatalista de la historia o es preciso buscar la explicación en la voluntad del hombre, en el orgullo autosuficiente que ha trastocado las nociones de ( 3 ) B o c h e n s k i, La Filosofía actual, p. 2 1 3 y 2 1 8 , 2 .’ ed., México - Buenos Aires.
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