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152 De vu elta « la m etafisica precedentes en la historia; se ha encontrado un momento paralelo en el Renacimiento; pero acaso aquello quede por debajo de lo que se está fra= guando en estos lustros. Ahora no se trata simplemente de ese cambio que implica necesariamente el encuentro de dos generaciones. Cada genera* ción es una parcial negación de la anterior; pero casi siempre dentro de una constante general que perdura acaso varios siglos. Lo que se avecina y ya se está realizando no es así. Claro que no vamos a hacernos la ilusión de que dentro de poco viviremos en un mundo que no se parezca nada al mundo de hoy, de ayer y de siempre; aquello de nihil novum sub solé es fruto de una secular sabiduría y no lleva camino de salir mentiroso, tomado en sen* tido de que el hombre siempre será el hombre, y sus problemas, problemas humanos: amor, ambición, egoísmo, ilusión y desgana, inconstancia y cerri* lidad... Pero sí es indudable que las estructuras humanas van a sufrir y ya están sufriendo un cambio de magnitudes insospechadas. Cualitativamente, ese cambio de rumbo tenemos que irlo rastreando en los diversos aspectos del quehacer humano. Aquí se trata de hacer una cosa sumamente limitada y concreta: constatar el cambio de rumbo del pensa* miento filosófico, tal cual lo han apreciado los organizadores de un reciente Congreso de Filosofía, el que llevó a cabo la Sociedad Italiana para los Estudios filosóficos y religiosos (i). E L O C A SO D E U N A F I L O S O F I A A través de las ponencias del Congreso de Filosofía de Milán podemos llegar a una síntesis del pensamiento de sus mantenedores, síntesis que yo reduciría a tres afirmaciones capitales: la agonía del Idealismo, que es la culminación lógicamente necesaria e históricamente incuestionable a que tenía que llegar y llegó la orientación inmanentista del pensamiento mo= derno; la infructuosidad de los sistemas arracionalistas que han pretendido subsanar la torcida desviación racionalista, y finalmente la necesidad de un retorno a las playas de tierra firme de la metafísica clásica. En prin* cipio, fué esto último lo que constituyó el objetivo del Congreso; pero era necesario justificar la necesidad de ese retorno, teniendo en cuenta el re* sultado a que nos ha conducido el llamado pensamiento moderno. Hay que apresurarse a recordar que no es esta una voz aislada y solitaria que cía* ma en el desierto. Hace bastantes años que el vigilante oteador de las seña* les que definen nuestro tiempo, Ortega y Gasset, escribió, a propósito de unas palabras del Discurso del M étodo, en las cuales nos dice Descartes que no hay ninguna cosa tan remota que no quepa llegar a ella con la razón, cuidando sólo de usarla con tiento: «Estas palabras son el canto del gallo del racionalismo, la emoción de alborada que inicia toda una edad, eso que llamamos la Edad Moderna. Esa Edad Moderna de la cual muchos piensan que hoy asistimos nada menos que a su agonía, a su canto de cisne» ( 2 ). E l (1 ) R i v i s t a d i F il o s o f i a N e o - S c o la s t ic a . Atti del Congresso di Filosofia, pro­ mosso dalla Società Italiana per gli studii filosofici e religiosi. Milano, 25-27, ottobre, 1953. Anno X LV , nov.-dic., 1953, Fase. V I. (2) O r t e g a y G a s s e t , O. C., voi. V I, p. 1506. Revista de Occidente, Madrid, 19-17.

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