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DE VUELTA A LA METAFISICA . . .C O M E N T A R I O ... A L C O N G R E S O D E F I L O S O F I A N E O E S C O L A S T I C A D E M I L A N E l mundo no marcha a compás uniforme, como los tambores de una banda de música. A lo sumo, podríamos compararlo a una polifonía, donde las voces entran a destiempo y desarrollan una melodía independiente, hasta cierto punto, aunque siempre dentro de la unidad superior de la obra musi= cal. Quiero decir que si en este momento hiciéramos un corte transversal en el pensamiento de nuestros días, nos encontraríamos con algo a primera vista heterogéneo y desorientador: con un mundo de placer y un mundo angustiado; con un culto egolátrico del individuo y una amorfa y desespe= rante masificación; con un mundo que muere y un mundo que emerge, todavía embrionario e impreciso, pero ya fuerte y arrollador. Es indudable que en la vida histórica de la sociedad, como en la personal de cada individuo, conserva perennidad el paradójico aforismo platónico de que la vida nace de la muerte. Renovación celular en el organismo viviente, a expensas de la muerte de las anteriores células; renovada valoración del mundo y de los hombres, que nace de una muerte parcial de nuestra precedente apreciación; sistemas políticos, sociales, filosóficos y estéticos en el macrocosmos, gracias a un desgaste que han sufrido los que Ies precedieron. Por eso, la filiación de una nueva realidad humana que se nos presenta en el horizonte de nues= tras experiencias requiere el examen de la realidad antecedente, de lo que en ella se ha convertido en ineficaz y caduco, de lo que queda y del elemento nuevo que se la agrega. E s éste el movimiento dialéctico del pensamiento humano; más genéricamente, de la cultura humana, aun reconociendo tam= bién la insuficiencia de la misma palabra cultura, que acaso sea una de las palabras que estén en trance de desaparecer. Por eso, podemos afirmar que todo momento histórico es un momento de crisis, porque siempre hay en él algo que se hunde y algo que emerge, bello v ¡uvenil, como una nereida de las olas de un mar pagano. Pero sobre ese fondo común a todo acontecer histórico, la crisis de nues= tros días presenta caracteres específicos, que son los que nos interesa sacar a la plaza. Estos caracteres específicos son de orden cuantitativo y tam= bién de orden cualitativo. Cuantitativamente, nuestra crisis acaso no tenga
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