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P . Feliciano d e V entosa 137 amor de Cristo, en quien todas las cosas se recapitulan y tornan al principio fontal de donde procedieron. En armonía con este proceso de amor opinan todos los adalides de esta espiritualidad, excepto el Cardenal Berulle, en clara oposición a la dirección de todo su sistema de vida espiritual, que la Encar= nación del Verbo divino entra de lleno en el primer plano de la creación, como centro de la misma y fuente de irradiación para todas las demás crea» turas. De esta concepción teológica brota la especial actitud de esta escuela ante el proceso ascético»místico del amor y su entusiasmo por la creación entera, por ser hechura del amor. Finalmente, hay una tercera escuela de espiritualidad que prescindiendo de elevaciones teológicas, coloca el hito inmediato de su actividad en lograr la salvación de su alma, según aquello del Evangelio: Quid prodest homini... La preocupación de esta espiritualidad es de! más viejo raigambre en la Igle= sia. E s la respuesta de toda alma sincera al anuncio de que viene el reino de Dios y de qbe hay que prepararse a ingresar en él por la penitencia y el per= dón de los pecados. S. Pañi da el nombre de «ascética tradizionale» a esta últi= ma escuela de espiritualidad, cuya divisa sería Tutto per il paradiso. Para di» fundirla se han escrito innumerables tratados desde los tiempos primitivos de la Iglesia. Esta breve reseña del contenido del libro pone en evidencia que el mé» todo utilizado por S. Pañi, pese a su declaración aparentemente en contra, es un método sustancialmente sistemático. En la clasificación de las escue= las pesan mucho más los argumentos de los teólogos que las experiencias de los místicos. Pero ¿es que hay correlación perfecta entre las escuelas teo» lógicas y las místicas? ¿No importa la mística un conocimiento práctico, ex= periencial, que incluye actuaciones más complejas que el simple conoci» miento teológico? Ya el viejo Kempis decía que de nada vale saber en qué consiste la contrición, si se carece de ella. ¿No manifiesta esta famosa sentencia que no se puede mensurar la vivencia mística por el mero conocimiento teológico? Esperamos que al final de esta nota nuestras preguntas adquieran plena diafanidad y entonces ellas mismas nos brindarán la respuesta. II. M E T O D O H IS T O R IC O » P S I C O L O G I C O L . Casutt, en su bello librito L'eredità di S . Francesco, adopta, como ya indicamos, un método muy distinto al de S. Pani. Lo manifiesta ostensible» mente al intentar determinar los constitutivos de la espiritualidad fran» ciscana. Aun sin abordar directamente el tema de cómo determinar las escue» las de espiritualidad católica, deja suficientemente entrever que es la expe» riencia mística del Fundador, su íntima vivencia en cuanto compartida por sus hijos, lo que constituye el elemento esencial, el alma de una escuela de
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