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P. Feliciano d e Vontosa 135 lo medios conducentes a la perfección de la vida cristiana. De esta opi iión serían Saudreau, De Guibert, S. J.; Heerincks, O . F . M ., etc... Para otros, por 1 contrario, este concepto sería preciso ampliarlo a los fund imentos dogma» ticos en que se apoya la estructuración de la vida ascético=mística. A sí se hizo, en efecto, en el ciclo de conferencias sobre las diversas escuelas de espi» ritualidad en la Universidad Gregoriana, en las que no solamente se hicieron patentes los diversos procedimientos que siguen las almas, según estén afiliadas a las diversas escuelas, sino también las verdades dogmáticas en que tales procedimientos se fundan. S. Pani se declara a favor de los últimos con estas palabras que transcribimos: «Presta dunque nel suo significato più ampio la spiritualità no può essere definita unicamente per la scienza pratica della perfezione e dei mezzi che vi possono condurre, ma per il modo di concepire tutta la religione, nel suo complesso di verità da credere e doveri da compiere, in ordine alla perfezione da conseguire» ( 5 ). Aceptamos también, por nuestra parte, este concepto amplio de espiritua» lidad. Más aún; creemos que la generalidad de los autores ascético»místicos harán suya esta definición, pues no hay alguno que no juzgue necesario anclar inmediatamente la vida ascético=mística en la más pura verdad dog» mática. La diferencia que separa a los autores de vida espiritual parece con= sistir más bien en que unos prefieren cimentar la estructuración de la vida espiritual preferentemente en las verdades dogmáticas, mientras que otros utilizan en mayor escala las experiencias de los místicos. Esta diversa orientación se puso en evidencia en la semana de espiritualidad de Salamanca de 1 9 5 4 . Más difícil y delicado es el segundo presupuesto que estudia S. Pani, al señalar los elementos esenciales que constituyen una escuela de espiri» tualidad. T re s actitudes recuerda nuestro autor. Para unos estos elementos esenciales son la doctrina, prácticas y actitudes que un Santo Fundador ha vivido y transmitido a su orden. Para otros, la espiritualidad personal del Fundador es algo accesorio ante los principios teológicos, que son la base fundamental de las diversas escuelas. Otros, finalmente, juzgan que entre los elementos esenciales de una escuela de espiritualidad hay que incluir no sólo la enseñanza y experiencia del Fundador, sino también la especu» lación de los teólogos que le han seguido y que han sido los sistematiza» dores del pensamiento vivido por su Santo Padre. S. Pani opta por esta última opinión, que expone en estos términos: «Gli elementi esenziale (de una escuela de espiritualidad) sono tre: 1 . Il fondatore della scuola; 2 . I discepoli; 3 . La visione particulare di tutta la religione» ( 6 ). L a enunciación en un mismo plano de igualdad de estos tres elementos nos llevaría a una conclusión opuesta a la que hemos enunciado respecto del método de S . Pani. Pero el comentario que hace a los mismos nos da la pauta para apreciar la graduación que estos elementos tienen entre sí. Así escribe S . Pani: «Il terzo elemento, quello più caratteristico ( 7 ), è la visione particulare di tuta la religione. Visione particulare nell'ambito, s'intende, della cattolicità.» (5) O. C„ p. 16. (6) 0. C-, p. 21. O. C., p. 22. E l subrayado es nuestro.
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