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142 M étodo pura d eterm in a r las escu elas d e e sp iritu a lid a d católica IV . A P L IC A C IO N D E L M E T O D O I N T E G R A L A L E S T U D I O Y C L A S I F I C A C IO N D E L A S D IV E R S A S E S C U E L A S D E E S P I R I T U A L I D A D 1. Dentro del catolicismo la vida espiritual es esencialmente una .— He aquí la primera conclusión que se deduce de la aplicación recta del método integral. Si la psicología no varía sustancialmente de un miembro a otro de la familia humana y si la verdad dogmática es necesariamente una, imposible que en la espiritualidad de nuestros místicos haya, no digo oposición, pero ni aun distinción esencial o fundamental. L a diversidad de escuelas se limi= tará a una diversidad de matices que consistirán ante todo en la selección de verdades preferentemente vividas y en la diversa situación de la plural¡= dad de elementos psíquicos de que nos hallamos dotados. Aunque este punto de la identidad sustancial de nuestras escuelas de espiritualidad es capital, cuando se cotejan éstas con las místicas hetero= doxas, no nos detenemos ahora en exponerlo, por ser doctrina de unánime consenso en nuestros maestros de vida espiritual. 2 . Notas distintivas de una escuela de espiritualidad .— Si es un hecho la existencia de escuelas dentro de la espiritualidad católica, para discriminarlas es preciso analizar los elementos constitutivos con los que se forja una espi= ritualidad. Dijimos que esto; elementos fundamentales se reducen a dos: el contenido dogmático y la vivencia psíquica. Según esto, la primera nota distintiva para diferenciar las escuelas es la prefe encia que muestran por ciertas verdades dogmáticas, y la segunda se hallará en el modo de ejercitar las virtualidades anímicas, tan múltiples y tan complejas, o sea: las escuelas católicas de espiritualidad se distinguen unas de otras en función de su con= tenido dogmático y en función de su vivencia. 3 . División de las diversas escuelas de espiritualidad católica .— Si el con= contenido dogmático y el particular'modo de vivencia son las notas caracterís= ticas de una escuela de espiritualidad y base para distinguirlas mutuamente, apliquemos este criterio al hecho histórico de la existencia de las escuelas y habremos encontrado el hilo de Ariadna que nos guíe por este admirable mundo de santidad que amenaza torcerse en laberinto al buscar para cada par= cela del mismo un puesto clasificador. Enfocado, pues, el problema de la diversidad de escuelas bajo el punto de vista de su contenido dogmático, la pregunta ¿de qué verdades dogmáticas ha gustado una espiritualidad, tiene un sentido claro y definido? Y a tal pre= gunta es muy fácil responder siempre que los documentos históricos nos permitan tomar contacto inmediato con la historia íntima del que fundó la escuela. Bajo este aspecto parcial del problema se puede históricamente aceptar, aunque retocada, la división de S . Pañi en escuelas teocéntricas, «todo por

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