PS_NyG_1955v002n002p0109_0132

P ela vo d e Zam a yón 125 ahorro; que obtengan el salario familiar y los subsidios complementarios, más los seguros sociales contra los riesgos económicos ( 2 8 ). 3 .a Reforma institucional. a) Por parte del Estado: Se postula una política no socialista, ni liberal, ni autoritaria (al estilo de la de los totalitarismos derrotados en la última guerra mundial), sino verdaderamente social: «dirigiendo, vigilando, urgien= do, castigando, según los casos y la necesidad lo exijan» ( 2 9 ). Legislación más severa respecto de los establecimientos de crédito, las sociedades capitalistas y las especulaciones en la Bolsa. Providencias eficaces para asegurar el cumplimiento de la función social de la propiedad conforme a las exigencias del bien común. La nacionalización de algunas empresas, cuando son de interés público, cumplidos los tres requisitos para la licitud de tal socialización: Necesidad del bien común, compensación debida y ceñirse al menor número posible. b) Por parte de las profesiones: E l corporativismo profesional de orden económico=social y de asociación. 4 .a La cooperación internacional, finalmente, para establecer y mantener la paz justa, disminuir los armamentos y coordinar las mutuas relaciones económicas. También entre los Estados tienen que imperar las dos virtudes: Justicia y caridad. Para reformar el capitalismo y vencer al comunismo, preciso es llevar a la práctica estas cuatro normas fundamentales pontificias. Ahora bien; nuestra actuación como sacerdotes predicadores capuchinos respecto de la cuarta, la cooperación de los Estados entre sí, será nula. De ordinario, nadie nos llamará a realizar gestiones diplomáticas. Respecto de la tercera, la institucional, será bien parca, salvo las contadas excepciones de quienes sean destinados a trabajar en los sindicatos. Más aún, éstos serán solicitados y admitidos más bien como sacerdotes, para problemas religiosos que como técnicos para problemas organizativos o de legislación. En cuanto a la segunda, la reforma económica, podremos intervenir quizá en cuanto a la aplicación de las leyes sobre ese particular asunto... y poco más. En cambio, puede ser sumamente fecunda nuestra actuación apostólica en todo lo concerniente a la reforma moral, por nuestro ejemplo, por nuestra profesión, por nuestra historia; o, con palabras más claras, por nuestra pro= verbial pobreza, por la sencillez tradicional de nuestro trato, por la aus= teridad de nuestra vida, por la espiritualidad del franciscanismo, por nues= tra caridad para con las clases humildes, por la estela de simpatía que la vida de nuestros santos dejó en el cielo de la Iglesia y en la memoria y de= voción del pueblo cristiano: San Francisco, San Antonio... Pero dejemos la palabra al Supremo Maestro del Catolicismo en su Carta el Padre General (28) Quadragesimo anno, nn.° 26-36: Divini Redemptoris. n.° 52: Pio X II, Radio-Mensaje navideño de 1924, nn.° 31 sigs. Radio-Mensaje del 1 ° de septiem­ bre de 1944, nn.» 9-12. j t f i Quadragesimo anno, n.° 35: Divini Redemptoris, n.° 32. Pio X II, Discur­ so a veinte mil obreros italianos. 13 de .iunio de 1943, nn." 8-9.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz