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Moscú. Esta cumplió su sometido, publicó la Historia del Partido Comu= nista bolchevique de la U . R . S. S. y fue aprobada por el Comité Centra 1 de dicho Partido. Pues bien, en la «Introducción», página 4 , dice !o que acaba de copiarse en la precedente cita. Muchas veces se escribe co r énfasis sobre «los misterios del Kremlin» o también acerca del «enigma soviético» y hasta de la «esfinge rusa», ha= ciendo ingeniosas cábalas sobre las intenciones de los gobiernos que impe= ran en el mundo comunista, y, sobre todo, los «desconocidos planes» de acción internacional que están preparando K ru schef y los suyos: guerra o paz, expansión imperialista o colaboración pacífica entre el mundo cercado por el telón de acero y el mundo libre, etc. Este modo de pensar y de escribir, frecuente en la prensa de al'unos países occidentales, causa extrañeza y hasta disgusto; parece tan ingenuo que raya con un infantilismo semiinconsciente por ignorancia voluntaria. Ño hay tales misterios, ni tal enigma, ni semejante esfinge. Lo que quie= ren y pretenden y preparan los dirigentes soviéticos está perfectamente claro para todo el que quiera tener ojos para ver, manifiesto con paten= cia de mediodía de junio 'n Castilla: Aspiran, lisa y llanamente, a dominar en el mundo entero. Lo piensan y lo dicen con todas las letras públicamente, oficialmente, repetidamente, sin haberse retractado nunca. Ellos están en posesión de la verdad. Todos los demás— quienes no opi= namos como ellos— estamos equivocados. Intentan, pues, imponer su credo, su sistema de gobierno, su modo de vivir. Si para esto fuere necesaria la violencia, recurrirán a métodos violentos. Así lo vienen practicando donde= quiera han podido, con perseverancia, con astucia, con planes bien tra= zados, con esmero, aprovechando las oportunidades que les ofrece la ocasión y la condescendencia de sus opositores. E l advenimiento del comunismo en el mundo en un porvenir más o menos próximo es, para ellos, una verdad dogmática. E l desmoronamiento del mundo capitalista, corroído por sus propios vicios esenciales, es otro dogma. Y téngase bien entendido que por «mundo capitalista» entienden todo el que no siga al comunismo, tal cual lo entienden y practican ellos. ¿Dónde está, pues, el enigma? ¿Dónde el misterio? E l enigma está más bien en el ánimo cobarde de los que temen enfrentarse con el monstruo de una sola cabeza — el K rem lin— y millones de tentáculos, las células comunistas esparcidas por toda la redondez de la tierra. Que lo sepa, pues, el mundo entero: el comunismo ruso — violento, dominador, dictatorial— , declara oficialmente, sin ambages ni rodeos, que intenta triunfar definitivamente en el mundo entero. Y podemos añadir, sin peligro de infundadas exageraciones: No cejará en su empeño hasta con= seguir su intento de modo abs'oluto, o hasta quedar definitivamente derro= tado. De ahí proviene su importancia: gravísima, excepcional, incomparable, única. Los Sumos Pontífices han denunciado repetidas veces, con el modo más solemne y apremiante, la gravedad de ese peligro. Ya Pío IX , de santa me= moria, en su encíclica Qui pluribus, del 9 de noviembre de 1 846 , dos años antes del Manifiesto comunista, de M arx, condenaba «la nefanda doctrina del comunismo, contraria al derecho natural, que, una vez admitida, echa por 1.20 . Im p o rtan cia d e la cu estión so c ia l en nuestro apo sto lado

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