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canso... La religión no sólo os favorece en este punto, sino que, mucho tiempo antes que vosotros existierais, había ella logrado que se reconociera la necesidad de estos días de descanso... Y aun a este propósito, ¡os principios de la economía social y los partidos que los aceptan han cometido un crimen que verdaderamente pide venganza al cielo, crimen que continúa cometién= dose todos los días... E l tiempo del descanso debe ser considerado como tiempo de trabajo, puesto que el descanso ha llegado a ser necesario a causa del mismo trabajo pasado y es condición del trabajo futuro. »La cuarta reivindicación de laclase obrera debiera ser el prohibir en las fábricas el trabajo de menores, durante el tiempo de la asistencia esco= lar. Yo creo que este trabajo es una crueldad monstruosa de nuestros días. Y me atrevo a calificarlo de asesinato lento del cuerpoy del alma del niño... »La quinta reivindicación de la clase obrera tiene por objeto el excluir de las fábricas a las mujeres, sobre todo a las madres de familia. La religión exige que la madre pase la jornada en casa, a fin de que pueda cumplir con= venientemente sus sagrados deberes para con el marido y para con ios hijos. »Hay todavía un sexto postulado: las jóvenes tampoco deberían ser emplea» das en fábricas.» E l obispo añade que él no pretende señalar una norma absoluta y rígida, en lo que toca a las jóvenes; pero pide a todos los católicos se asocien varo» nilmente al movimiento ordenado a saivarguardar ¡a moralidad de la Juventud en fábricas y talleres. Para la clase obrera es esto «una cuestión de honor, al mismo tiempo que un deber impuesto por la religión» ( 2 1 ). De modo que ¡os proletarios, indignamente explotados por el capita= ¡ismo, poseían esos derechos. Según ¡os teorizantes socialistas, los poseen mayores aún. Los obreros que conservasen ¡a fe cristiana se contentarían con los enseñados por el Magisterio eclesiástico; ¡os marxistas aspirarían a mayores concesiones. ¿Pero qué han de hacer los unos y los otros, cuando por un lado se persuadan que poseen tales derechos y, por otro, se vean sumidos en tan calamitosa miseria? Es obvio: Reivindicarlos con toda la fuerza que les prestaba su importancia en la producción (industrial, co= mercial, minera y agrícola), su número y sus organizaciones sindicales; fuerza notable, creciente de continuo desde que Marx lanzó en ei Manifiest comunista, en ¡ 8 4 8 , la gran consigna revolucionaria: «Obreros de todo el mundo: unión», verdadero toque de diana, que anunció al mundo la albo= rada del comunismo y la reivindicación violenta de los preteridos derechos de la clase proletaria. Desde aquel día, la cuestión social adquirió importancia de primer orden: ésta ha ido acrecentándose a lo largo de la última centuria, hasta que, a la hora presente, ha llegado a ser «el problema de nuestro Tiempo», como ase= gura Franco; «la cuestión más grave para la Sede Apostólica», como indica el Papa. 118 Im p o r ta n c ia d e la c u e s tió n s o c ia l e n n u e s tr o a p o s to la d o (21) Cfr. Rutten G. C., O. P., La doctrina social de la Iglesia. Traducción de Cándido Fernández, O. P., Barcelona, 1935, págs. 42-44.

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