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R . P . B e r n a r d in o d e A r m e lla d a 85 a la denominación más moderna y aceptada, podríamos llamar en nuestro caso una «Teología de la Perfección Franciscana» ( 11 ). Su obra quedó en manos de los hombres. A través de los siglos ha venido influyendo poderosamente en la espiritualidad de la Iglesia ( 12 ). Pero no siempre este influjo ha sido puro y auténtico — naturalmente que por culpa de quienes lo réciben— , ni tampoco lo suficientemente ponderado y recono= cido ( 13 ). Y , lo que resulta más doloroso, no faltan quienes duden aún de su entereza y valor ( 14 ). Sin embargo, lo más frecuente es la falta de inteligencia del pensamiento bonaventuriano. Tenemos, por ejemplo, que se aduce su autoridad de Doc= tor de la Teología Mística a favor de cuestiones modernas y disputadas con un aplomo que no se permiten los mejores conocedores de la doctrina del Santo ( 15 ). No es tan fácil decidir qué pensaría San Buenaventura acerca de las mismas. Para conocer cualquier sistema sin correr peligro de falsificaciones e interpretaciones subjetivistas, no hay más remedio que estudiar sus princi= pios, la entraña de donde parten sus conclusiones. Todos tenemos, es ver= dad, el derecho a medir e interpretar católicamente la realidad del mundo desde la mentalidad y sistema que juzguemos más aceptable. Pero de esto no se sigue la licitud a formar juicio a las conclusiones ajenas desde nues= tros propios principios o conclusiones. Hay que ver el principio fontal de donde surgen las ideas. Nadie afirma que el edificio del vecino no ofrece garantía porque los cimientos de su propia casa no resistirían un peso seme= jante. Partir de las bases en que aquél se apoya. Eso es lo cuerdo y lo único legítimo. En el presente trabajo se intentan examinar los principios metafísicos de la espiritualidad de San Buenaventura — que constituye el núcleo de la espiritualidad franciscana— . Será una aportación débil, pero no desprovista (11) Esta es la denominación última y más satisfactoria de la ciencia que trata de la vida espiritual cristiana. Así lo denomina en sus clases de la Ponti­ ficia Universidad de Salamanca y en la edición de sus apuntes, el catedrático de la asignatura, P. Claudio de Jesús Crucificado, O. C. D. Y le copia a este res­ pecto el P. Royo Marín, O. P., en su obra Teología de la Perfección Crsitiana, B. A. C. Madrid, 1954, pp. 31-32. (12) Cfr. Mons, Symphorien de, O. F. M. Cap., L ’influence spirituelle de Saint Bonaventure..., París, 1923. (13) Cfr. Longpré, E., O. F. M-, La theologie mystique de Saint Bonaven- ture, en Archivum Franciscanum Historicum 14 (1921), 36-108; Guernica, Juan de, O. F. M. Cap., Introducción a la Mística Franciscana, Buenos Aires, 1925, pp. 28-30; Omaechevarría, Ignacio, O. F . M., Introducción a las Obras de San Buenaventura, t. IV, B. A. C. Madrid, 1947, p. 11. Algunos de los nombres que citan son Pourrat, Arintero, Naval, Poulain... (14) Así Otto Karrer en su obra Der mystiche Strom, von Paulus bis Thomas von Aquin, München, 1925, p. 282; dice textualmente: «Das etliche seiner von Symbolismus und süssester Salbung überlaufenden Betrachtungen zu den mys- tichen Erzeugnissen 2 und 3 Grades gehören.» Cit. por Grünewald, O. F . M. Cap. Franziskanische Mystik. München. 3932, p. 25: y por Omaechevarría, L . C., p. 14. (15) Royo Marín, Antonio, O. P., Teología de la Perfección Cristiana, B. A C. Madrid, 1954, p. 286.

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