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R . P . B e r n a r d in o d e A rm e lla d a 8 3 He aquí cómo se expresa el Padre Pelayo de Zamayón: «La verdadera esencia del íranciscanismo consiste en la perfecta y universal imitación de Cristo, realizada seráficamente. O más brevemente, dado que la imitación transformativa nace del amor y al amor tiende: E l íranciscanismo consiste en el amor intenso a Cristo, Dios Encarnado» ( 5 ). E s natural que todos hallen razones muy claras para su opinión. Y se esfuerzan por reducir a consecuencia de sus principios las opiniones de los otros. En nuestro trabajo, sin pretensión de una originalidad que requeriría mucho más estudio y destreza en el tema, vamos a ver si es posible una insistencia en el método teológico, que simplifique y aclare teóricamente la riqueza real del alma del íranciscanismo. Y como el mejor traductor del espíritu franciscano a doctrina y teoría es indudablemente San Buenaven= tura (ó), nos detendremos en estudiar concienzudamente los princpios en que su pensamiento teo!ógico=espiritual se funda para ver si en ellos se contiene suficientemente toda la filosofía de la vida franciscana. S I G N I F I C A C I O N D E SAN B U E N A V E N T U R A EN E L F R A N C IS C A N IS IM O E l movimiento franciscano rebosó de vitalidad en su nacimiento. La devota simplicidad de Francisco de Asís surgía en la tradición cristiana, por obra de la gracia, combinándose con el portento de su originalidad seráfica. Y logró arrebatar al mundo. Instintivamente se congregarían junto a él los sencillos y buenos de los hombres. Resultó una sociedad evangélica, dulce y humilde. Hasta en el nombre: Fratres Minores. Y durante los primeros tiempos — los tiempos de esa selección divina» mente natural— aquello no dejó de ser nunca la devota "y ardiente simplici= dad del Padre ( 7 ). S ty r a , O. F . M., A m b ro siu s, Franz von Assisi und das Evanyelium lean, Ha- b e lsc h w e rd , 1930. (5) Zamayon, O. F . M. C ap., P e la y o de, La Filosofía Franciscana, E stu d io s F ra n c isc a n o s (1848), 184. (6) «L o q u e S an F ra n cisco só lo h abía sen tid o y v iv id o , San B u en a v en tu ra lo iba a p e n sa r», G ils o n , E ., La Filosofía de San Buenaventura, v ers. esp a ñ ola d e l P. E . d e Z u d a ire, O. F . M. C ap., B u en o s A ires, 1498, p. 73. «E n S an B u en a v en tu ra es v id a m ística lo q u e e n o tro s só lo fu é cie n cia , y es c ie n c ia lo q u e en San F ra n cisco s ó lo fu é v id a .» T o r r o , O. F . M., A n to n io , «F ra y J u an d e lo s A n g e les, m ístico -p sicó lo g o , t. I, B a rce lo n a , 1924, p. 30. (7) E sta in tr o d u cc ió n es u n re su m e n m u y g e n e ra l so b re lo s o ríg e n e s fra n ­ c isca n o s fu n d a d o en la am p lia b ib lio g r a fía q u e e x iste so b re el tem a. Y co m o resu lta im p o sib le d ar aq u í u n a re la ció n d e toda s las fu e n te s h istórica s, d e las b io g ra fía s d e S an F ra n c isc o d e A sís y d e lo s tra b a jo s hT sfóricos so b re lo s p ri­ m e ro s tiem p o s, n o s rem itim os al P. A sp u rz, o. c. y 1. c. en ia n ota 2.

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