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R . P . B e r n a r d in o d e A rm e lla d a 101 cisco y San Buenaventura quienes de un modo definitivo la introdujeron en la espiritualidad de la Iglesia ( 75 ). Y puesto que Cristo, Verbo Encarnado, es centro — médium — bajo todos los respectos, lo es también en el aspecto moral de nuestra vida. Lo cual, para San Buenaventura, significa, dicho brevemente, que Cristo es la regla y medida de toda perfección y santidad. Ideo, quantumque sit illuminatus quis lumine naturae et sicen = tiae acquisitae, non potest intrare in se, ut in seipso delectetur in Domino, nisi mediante Christo, qui dicit: «Ego sum ostium, per me si quis introierit, salvabitur et ingredietur et egredietur et pascua inveniet (lo. i o, 9 ). A d hoc autem ostium non appropinquamus, nisi in ipsum credamus, speremus et amemus... Anima igitur cre= dens, sperans et amans lesum Christum, qui est Verbum incar natum, increatum et inspiratum, scilicet via, veritas et vita, dum per fidem credit in Christum tamquam Verbum increatum, quod est Verbum et splendor Patris, recuperat spiritualem auditum et visum... recu= perat spiritualem olfactum. Dum caritate complectitur Verbum incarnatum et ut transiens in illud per extaticum amorem, recu= perat gustum et tactum ( 7 6 ). Nunca, tal vez, en toda la historia de la Iglesia se han encontrado tanta ciencia y tanto amor unidos estrechamente en el afán de poner a Cristo en el centro de toda la creación, de todo el orden sobrenatural, de toda la vida moral y mística. Es indudable que San Buenaventura, a pesar de subordinar la Encarnación a la Redención ( 7 7 ), significó un avance en la dirección cuya meta será la doctrina escotista y, desde Escoto, franciscana, que defiende la primacía de Cristo en todo: En el orden de los decretos divinos, por ser el primer pensamiento de Dios ad extra; en la jerarquía de los fines, porque en atención a E l salió a la existencia la creación entera, y en el mundo déla gracia, porque toda ella se deriva de su mediación verdaderamente univer* sal ( 7 8 ). Con Duns Escoto la doctrina cristocéntrica del franciscanismo alcanzó el ápice de su evolución. Sobre el fundamento de San Buenaventura y Juan de O livi, que habían expuesto ya de alguna manera el primado de Cristo, conforme a la sentencia del Apóstol, ut sit in ómnibus ipse primatum tenens ( 7 9 ), Escoto levantó un magnífico edificio doctrinal cuya clave está en la absoluta predestinación de Jesucristo en los decretos eternos de Dios. Roberto Gros= setéte, Rogerio Marston y Guillermo Ware, maestro de Escoto, habían ense= nado ya que la Encarnación de Cristo se había realizado independientemente del pecado de Adán. No pregunta lo que hubiera sucedido si Adán no hubie= se pecado. Se fija en el orden presente. Y pone la cuestión en saber si Cristo, (75) Cfr. K n e lle r, A. K ., S. I., Geschichte der Kreuzwegandacht, Freiburg, 1908, p. 42. (76) Itin., c. 4, 2. (77) III Sent. d. 1, a. 2, q. 2, in corp. (78) Oxon. III, d. 7, q. 3, n. 3; Ibid. d. 19, n. 6 ; Ibid. d. 13, q. 14, n. 7. (79) Col., 1, 18.

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