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R . P . B e r n a r d in o d e A rm e lla d a 9 5 anima enim sunt virtutes multae apprehensivae sensitiva, imagi= nativa, aestimativa; intellectiva; et omnes oportet relinquere, et in vertice est unitio amoris, et haec omnes transcendit ( 4 6 ). Y al final de su maravilloso Itinerarium, después de mostrar todos los apoyos de la naturaleza y de la sobrenaturaleza para subir a la paz del éxta= sis, dice: Si autem quaeras quomodo haec fiant, interroga gratiam, non doctrinam; desiderium, non intellectum; gemitum orationis, non studium lectionis; sponsum, non magistrum; Deum, non hominem; caliginern non claritatem; non lucem, sed ignem totaliter inflam= mantem et in Deum excessivis unctionibus et ardentissimis affec= tionibus transferentem ( 4 7 ). E l bienexpansivo es lo que origina en la T rin idad las procesiones eter» ñas consumadas en el gozo infinito ( 4 8 ). E l bien expansivo es la razón de que Dios se comunique misericordiosamente en la creación, prolongando de una manera creada su imagen, su Verbo. E l bien expansivo — que ya es amor a las creaturas— explica la donación soberana de una persona divina a los hombres y la configuración de todo el mundo sobrenatural, que es la imagen de Dios prolongada de una manera exquisita, más allá de todo lo que las nobles creaturas racionales pueden exigir. Y la comunicación en este convite de amor en que Dios nos ha dado entrada, tiene que ser la aspiración de todas las creaturas racionales que buscan el descanso de la perfección. Y todo ello, como el fruto más logrado de la consideración emocionada del simbolismo de las cosas. Que para eso están. Como una ruta que viene del amor de Dios para acompañarnos de regreso a la paz extática del amor. T a l es el resumen del espíritu franciscano: Peregrinar por el simbolismo de las cosas — sin darles otro sentido que el de imágenes— hasta su origen primero, que se encuentra en el Bien sumo del éxtasis de Dios. Y esto es la filosofía de San Buenaventura. Una filosofía que, por ser realista, tiene que alargarse irremediablemente a Teología y a Vida Espiritual. (43) In Hexaem., col. II, n. 29. Cfr. etiam I Scnt., d. 1, a. 2, q. 1 ad 2 et 3; IV Sent., d. 49, p. 1, q. 43. (47) Itin, c. 7, n. 6 . (48) «La primera 'persona, por el éxtasis infinito de su ser, se hace infinita­ mente potente en el Hijo. Y, por tanto, se convierte en Padre en el momento mismo en que por su expresión queda engendrado el Hijo. Por eso San Buena­ ventura pudo llamar al Padre generatio inchoata, y al Hijo, generaiio completa. E s la personificación de la ousía y de la dynamis. E l Hijo es la personificación de la dínamis del Padre, es su perfección engendrada, porque la dinamis es en todo ser vivo la expresión genética de su naturaleza. Pero estas perfecciones son precisamente toda y sola la verdad de la esencia; tan verdad, que en cuanto esencia son idénticas a ellas. Si ahora expreso estas perfecciones como actos que se vierten idénticamente a la esencia, haciendo de ella la expresión de un acto puro, habré personificado el aspecto de energeia del ser divino; es la t>ar- sona del Espíritu Santo.» O ltra, Miguel, O. F. M., Doctrina Trinitaria en San Bue­ naventura, introducción a «Obras de San Buenaventura», t. V, B. A. O., Ma­ drid, 1948, pp. 38 s. Cfr. también Zubiri, o. c., p. 502 ss.

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