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en signo anterior a la verdad, en la correspondencia absolutamente próxima de la verdad con el ser. Y anteponer el bien al ser resulta muy agrio para nuestra mente. ¡Cómo resultaba para la de San Buenaventura! Primus modus (contemplandi) primo et principaliter defigit aspectum, in ipsum esse, dicens', quod qui est est primum nomen Dei ( 3 5 ). De aquí han partido interpretaciones, que en su deseo muy laudable de conciliar ideas, ceden más de lo justo e interpretan quizá violentamente la ideologíad el Doctor Seráfico. Los autores principales que hemos cónsul* tado directamente, Bissen ( 3 6 ) y Oromí ( 3 7 ), sin negar ni poner en duda la primacía del bien, creen que para San Buenaventura la consideración de la bondad tiene un puesto tercero después del ser y de la verdad ( 3 8 ). Veremos que esto no destruye en manera alguna la primacía jerárquica del bien sobre la verdad. Pero es dejarse llevar del espejismo que motiva la extrañeza de los contrarios, quienes, como Mandonnet, acusan al agus= tinismo medieval de tener que definir la verdad por el bien ( 3 9 ). Es induda= ble que en el sentido de los objetantes la dificultad no deja de ser muy seria y tal vez imposible de resolver. Pero apunta demasiado mal a la realidad de ¡a doctrina franciscana. Explicaremos brevemente la cuestión tal como nosotros la hemos enten= dido, al contacto con los mejores expositores de esta corriente. Ello contri* buirá a que después logremos penetrar con claridad sincera toda la riqueza de esta filosofía franciscana concretada en las vivencias espirituales. De ningún modo, podemos admitir que para San Buenaventura el «bien» sea constitutivamente algo más radical que el ser. E l Padre Ventosa cree hallar inusitada esta falsa interpretación en la traducción que del Itinerarium mentís in Deum nos da el Padre Zamayón al final de su obras maestra sobre la doctrina del Seráfico Hacia Dios ( 4 0 ). Cualquiera que sea el pensamiento de todo el platonismo anterior, lo cierto es que San Buenaventura lo purgó 92 S ím b o lo m e ta fís ic o e n la e s p ir itu a lid a d fra n cis ca n a (35) Itiner., c. 5, n. 2. (36) B issen , o . c., p. 95. E l P.Ventosa quiere ver en este autor una tendencia a minimizar la importancia de la metafísica del «Bien» en el sistema teológico bonaventuriano... E n la tesis de Bissen el ejemplarismo es tan sólo conside­ rado en su aspecto formal. No seintenta una explicación última de esta primera comunicación divina del Logos. Ventosa, Feliciano de, O. F . M. Cap., La meta­ física del Bien en la Teología de San Buenaventura, Natunaeza y Gracia 1 (1954), 37. (37) Cfr. Obras de Sati Buenaventura, t. III, B. A. C. Madrid, 1917, Intro­ ducción, pp. 4S-49. (38) Sobre esto puede verse el artículo arriba citado del P. Ventosa, pp. 36-38. Nos dice que Gilson, sobre la falta de omisión en que incurrió Bissen, adolece de una deficiencia positiva respecto de la metafísica del «Bien». Tal vez el Pa­ dre Ventosa tenga propósito de hablar claramente de esa explicación que no encuentra en los demás y que se intenta ^proponer en nuestro artículo. Por de pronto en su estudio no hemos encontrado sino escasas y vagas alusiones. (39) «L’augustinisme médiéval professe la prééminence de la notion du bien sur celle du vrai, et tend á définir la seconde par la première.» M andonnet , P., O. P., Siger de Brabant, en Les philosophes belges, t. 6 , Lovaina, 1911, p. 56. (40) V entosa , 1. c. p. 38; Z amayon , o . c., pp. 212 s.

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