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4 6 E l cristianismo y las masas ha dejado de ser tan gregaria, desde el momento que se ha movilizado en este sentido de superación y que ha hecho sentir su vigencia en el seno de la sociedad, con frecuencia hostil a la existencia del hombre civilmente «desconsiderado». Las minorías son individuos o grupos especialmente «cualificados». La masa es el conjunto de personas no especialmente cualificadas. No se entien= da, pues, por masas solo, ni principalmente, «las masas obreras». Masa es el hombre «medio», es el hombre que a la cantidad con que forma la multi= tud, añade una «cualificación común», por el que no se diferencia de otros hombres, sino que repite en sí un tipo genérico que lo pone en circulación activa. Frente a la homogeneidad de estos hombres, que repiten un biotipo común o vulgar, coincidente en la generalidad de los humanos en una línea de flotación que señala el hombre medio, están otros grupos de hombres, coincidentes entre sí, por una forma superior de vida. Los individuos tránsfugas de la masa pueden encontrarse en su fuga egregia con otros individuos evadidos, como ellos, por un ideal que los vuelve a reagrupar, pero selectamente, por la razón del ideal. Es la génesis de la minoría. Han coincidido los reagrupados fugazmente. La masa coincide estáticamente, se sienten ser algo por la docilidad o identidad con el tipo común. Los otros s^ sienten algo indómitamente, por la adjuración de las formas comunes, por la renuncia, por la negación. Cada uno hace su gesto peculiar al pronunciar su «no» individualizante e insolidario, y en este gesto pueden coincidir varios. Esta coincidencia en el mismo estilo es la minoría. La coincidencia de estos es ocasional, la de los otros es sustancial, es consti= tutiva (•}). La revolución de las masas ha saltado sobre la cultura, como sobre la política y la religión y la economía, y aunque en todas ellas el gesto multitu= dinario sea fundamentalmente el mismo, sin embargo crea una problemá= tica distinta en cada uno de estos valores de la vida humana. Indudable® mente que en lo religioso «las masas» se definen de manera diversa que en lo político o cultural. Pero nos interesa descubrir al agente común que, multiplicado por equis, forma la masa protagonista. Antes de que se presente «la masa», antes del triunfo multitudinario o de los individuos en aglomeración, se ha conformado una conciencia gre= garia en la misma conciencia individual. Ciertas formas de existencia, ciertas condiciones comunes de sufrimiento, de hambre, de desamparo, una cultura elemental media, una apetencia común de satisfacciones elementales por todo idealismo, concreta una forma de sentir la vida y de estimarla, de apreciar los valores ínfimos, con desdén o menosprecio de otros superiores. Este es el hombre «masa», que no se valora a sí mismo en bien o en mal, por razones especiales, sino que se siente como todo el mundo, y, sin embargo, no se angustia por ello, se siente a sabor, al verse idéntico a los demás. El hombre selecto no es el que se siente mejor que los demás, sino el que se exige más que los demás. «Es indudable que la división más radical que cabe hacer en la humanidad es ésta, en dos clases de criaturas: las que se (3 ) C f. A. y o . c ., p . 1 4 5 -14 6.

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