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76 E l cr is tia n ism o y las m asas fuerte en la política norteamericana, inglesa y francesa, que pueden pactar en cualquier momento. Mantienen relaciones diplomáticas los dos mundos, existen pactos militares vigentes y además estimados como buenos. En la guerra estuvieron unidos. ¿Por qué no pueden volver a hacer armas comunes? Hasta ahora han pactado con el comunismo en Corea, en Indochina, han dado armas a los comunistas chinos e hicieron posible el triunfo del mismo. El mercantilismo occidental está dispuesto a negociar con cualquier clase de abastecimientos al mundo comunista. Presenta el Padre Lombardi los crímenes comunistas como decisivo elemento diferenciador entre ambos bloques ( 2 2 ). Ciertamente, no pode= mos establecer comparación en este plano. Pero si como ejecutores mate= ríales del crimen no pueden compararse, la indiferencia y la pasividad del Occidente acorta mucho las distancias diferenciadoras. Por razones milita» res y económicas se aliaron con ese crimen colectivo; en Yalta cedieron ofi= cialmente todas esas naciones a Rusia los estadistas occidentales, e incluso dejaron las manos libres a Rusia para conspirar contra España. Sabiendo que era falso, limpiaron las manos ensangrentadas del criminal de Katin, incuU pando a Alemania el crimen. E l Occidente, llamado cristiano, permanece impasible ante la suerte de los Lugares Santos con la restauración de Israel. La política del bloque occidental no ha tenido ninguna afirmación cristiana. Es muy dudoso que la hostilidad internacional a España esté motivada por su falangismo. T a l vez haya influido más la posición netamente católica de sus gobernantes. Por este camino podíamos ir muy lejos. Pero convencería más el Padre Lombardi si se apoyara en razones más sólidas que en las de una oportunidad política o social para probar los comienzos de la nueva Era de Jesús. ¿Hay la más leve esperanza de que las naciones cristianas reformen sus constitu= ciones laicas? L a ocasión más solemne en que el bloque occidental se ha en= contrado con su problemático cristianismo, fué la O . N . U ., y al redactar el estatuto fundamental de este supremo organismo se discute la oportunidad de afirmar la aceptación de Dios como primer postulado de los derechos humanos y se vota en contra. La declaración de los derechos del hombre en la O . N . U . ha sido el triunfo político más grande del Humanismo, al que el Padre Lombardi ha rezado el responso y cuya supuesta defunción consti* tuye el principal nervio de su libro. La Era de Jesús, que entrevé el Padre Lombardi, viene por los caminos de un cristianismo social, tras el fracaso de las fórmulas político=sociales de los dos bloques. Es fácil que se dé este fracaso, pero ¿serán las ideas cristia» ñas, católicas más bien, las que sustituyan la nueva organización social? Es posible que el nuevo pensamiento social coincida con el católico, pero no basta una mera coincidencia, es necesario que los políticos nuevos lo hagan con miras cristianas, por motivos de espiritualidad. La justicia social del socialismo era en más de un postulado cristiano por coincidencia; pero el espíritu del socialismo se movía por motivaciones anticristianas. L a conciencia socialista fué más honesta, más humana, que la liberal, pero como doctrinas fueron tan anticristianas una como otra. (22) Idem , p. 80.

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