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P . L e a n d r o d e B ilb a o , O . F . M . C a p . 75 exige una fórmula social que salve en proporciones justas la libertad y la solidaridad. «La bandera de la nueva edad puede ya dibujarse con anticipación.» «Y ahí está el punto que acabará por ser bien comprendido: esta sociedad que avanza, que está todavía por construirse, pero que ya tiene todas las pre= misas históricas principales, esta sociedad hallará su inspiración más genuina y apropiada en el pensamiento cristiano» ( 2 1 ). Eso de que el mundo hallará en Cristo la justa convivencia porque han fracasado las otras dos fórmulas, es poca razón para esperar una recristiani= zación de la sociedad. Hablando históricamente, la convivencia humana siempre ha sido un fracaso; las guerras constituyen un estado permanente de convivencia violenta. En este sentido todo ha fracasado. Los mismos pue= blos cristianos han guerreado continuamente entre sí. E l feudalismo y la es= clavitud no fueron óbices para que se viviera en la cristiandad eras glo= riosas. Por otra parte, no basta que nosotros y «los hombres madurados en la historia moderna» veamos fracasadas las fórmulas socialistas y liberales. Para la conversión deseada, es necesario que lo sientan así «ellos» y el Padre Lom= bardi no prueba, ni mucho menos, 1 a existencia de tales rectificaciones. Y con el capítulo cuarto termina la argumentación fundamenta! de su libro, y es precisamente aquí donde es más débil y equívoca. Plantea la crisis religiosa moderna por la existencia de dos bloques: el comunista y el occidental. Por la quebradura que separa estos dos bloques viene Cristo. Visto el mundo desde la perspectiva de su crisis religiosa no se puede admitir dos bloques. Tan materialista y ateo es el capitalismo como el mar= xismo. Lo he dicho ya anteriormente; bajo este aspecto, el bloque es uno, es el de la negación humanista, de la que el comunismo es una de tantas afirma= ciones, más brutal tal vez por la intervención de un estado pretoriano. E l Padre Lombardi analiza más la situación actual, y razona su tesis, valorando las circunstancias de las que pretende deducir perspectivas fun= dadas de una próxima organización social, netamente cristiana. Pero dudo que sean muchos los pensadores católicos que puedan estar conformes con él. Desde el momento que la razón de la divergencia e irreconciliación de los dos bloques para el Padre Lombardi radica en las fórmulas políticas y en los programas sociales dispares, ha desvirtuado el valor de las premisas y desnaturalizado el mismo problema. Tiene el acierto de reconocer que la unidad occidental es negativa, un anticomunismo. L o reconoce, pero lo pa= sa por alto, no le conviene afirm ar mucho esta situación , que constituiría una fuente de razonam ientos nada propicios a su tesis. S in conocim ientos profundos de sociología, ni de filosofía, por una mera apreciación period ística de la po lítica, sabemos que la configuración actual en dos bloques oficiales puede camb iar en veinticuatro horas. L a política occidental ha carecido hasta el presente de una ideología definida, ha estado en. función de los intereses materiales de cada nación. E l hedonismo es tan (21) Idem , p. 75.
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