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7 4 E l c r istia n ism o y las masas la era de Jesús. No entro en el pensamiento del celebrado jesuíta, a quien sólo pretendo estudiar por lo que expone en su libro Para un mundo nuevo, en el que «quiere elevarse sobre la croniquilla, que cuenta episodios que parecen grandes cuando suceden y que están destinados a caer pronto en el olvido; quiere, en fin, avizorar la hora en que vivimos en las grandes líneas de la humanidad», según escribe en la introducción ( 19 ). Unas afirmaciones fáciles, una dialéctica equívoca y un análisis super= ficial desmoronan el optimismo personal del autor en el ánimo de quien lo lee. «Los hombres están abatidos, derrotados, en el mundo de la postguerra. La razón de este abatimiento y desorientación del hombre está en el fracaso no de una política, sino en el de todo un ciclo histórico abierto por el humanismo, todo un proceso de paganización que termina después de cinco siglos, con la brutal negación de Dios.» Si el Padre Lombardi no se contentara con afirmarlo, si fuera capaz de probar esta afirmación, podría escribir con toda razón: «Este es el aspecto hermoso, incomparablemente hermoso, de nuestra generación.» «Mientras se cierra un ciclo de historia multisecular, se abre otro: es un ciclo grande, mayor que el que muere..., el ciclo del desquite de Dios. Dios vuelve al mundo.» Para toda esta grandiosa afirmación, Lombardi no tiene más argu= mentó que asegurar el derrumbamiento de la cultura sin Dios. Luego tiene que sobrevivir una cultura asentada en la afirmación teológica. La historia nueva «es la época de lo divino preencontrado para salvar lo humano... Dios está muy, pero muy cerca». «A nuestra generación le está reservado un momento maravilloso de la historia: una síntesis humano=divina...» Con este tono apriorístico y declamatorio termina el primer capítulo, para comenzar el segundo reconociendo que «todo lo que se ha dicho en el capítulo anterior tiene sólo carácter de tesis enunciada y no de completa demostración». A continuación acepta del materialismo histórico de Marx el influjo de las condiciones económicas en la evolución social, para argumen= tar que si el interés terreno de las masas tiene hoy necesidad de Cristo, esta circunstancia determinará una expectativa favorable a la ideología cristia= na ( 2 0 ). S í; es verdad. Pero se trata de que exista de hecho esa evolución. La necesidad de Cristo se hace sentir permanentemente en el mundo, y no por ello los hombres han recurrido siempre a E l. «Las masas» indudablemente que tienen esta gran necesidad de orientarse hacia el Salvador. Pero se trata de descubrir en la situación actual motivos que nos induzcan a ver esta mar= cha de regreso a la fe. Sigue el Padre Lombardi sin aclarar nada, ni justificar su optimismo. En el capítulo tercero afirma el desbarajuste de la convivencia social de los hombres que pretendieron organizar la vida pública sin Dios. N i el individualismo liberal, ni el colectivismo marxista han resuelto nada; el mundo se ha desarticulado en luchas espantosas. E l absolutismo del Estado y el egoísmo individualista no satisfacen al hombre de hoy. Por lo que se (19) O. c., p. 43. (20) Idem, p. 62.

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