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P . L e a n d r o d e B ilb a o , O . F . M . C a p . 69 IV ¿ A P O S T A S IA D E L A S M A SA S ? No podemos negar el hecho de la religiosidad menguante de «las masas». Con todo, ¿se puede hablar de «apostasía de las masas»? No sé si seha ddao ya, o está en vías de darse, pero no creo que haya nadie sobre el planeta que pueda probarlo. Estamos frente a una situación tan extremadamente difícil de analizar que toda analítica queda a medio camino. Quien pretenda hacer cirugía en el cuerpo gigantesco de «las masas» apartará, ciertamente, muchos tejidos muertos, caducos, pero se encon= trará con la sorpresa de que ese cuerpo vive, de que conserva todavía funcio= nes vitales potentes. «Las masas» han dejado de actuar religiosamente, pero en su inercia colectiva no ha muerto la vida celular. En las naciones católicas los cristianos de «las masas clasistas» indivi= dualmente conservan sus sentimientos religiosos y dan la impresión de vivir desorientados por la política de su grupo. En las cárceles, en los hospitales, en los cuarteles, en el lechode ago= nía, en el trato individual, incluso en las mismas fábricas, el individuo, el «hombre=masa» es sensible a la evocación religiosa. Esta experiencia la tene= mos todos los sacerdotes. Las veces que nos han repudiado son contadí= simas. L a mejor manera de analizar los hechos elementales es recogerlos en su espontaneidad. La apostasía de las masas, si existe, pertenece al grupo de los acontecimientos fundamentales, elementales, por su mera magnitud. Pues bien, junto a la primera experiencia de nuestro ministerio sacerdo= tal encontramos la espontaneidad. Casi en un cien por cien de las veces que entablamos el diálogo misionero con el hombre de «las masas», éste da la impresión de que quiere «dejarse oír», de que está frente a una oportunidad de exponer su queja, de informar querellante a quien puede hacer algo, y exponen la situación apurada de su hogar, las dificultades de la vida, los abusos de los patronos. Para mí esta espontaneidad tiene más importancia que todos los tra= tados de sociología, y abre mejor resquicio para penetrar en el mundo, her= mético, calafateado de «las masas clasistas». Merece detenernos algo en su estudio. En primer lugar, ¿por qué han de formular estas quejas al clero? Hay una tímida o velada acusación contra nosotros, nos hacen responsables directa o indirectamente de la situación, por lo menos, en parte. Nosotros sabemos perfectamente que esa mentalidad es el producto de una propaganda ya clásica en la agitación de «las masas». Pero si fundamentalmente es así, no podemos justificarnos del todo con eso. Es indudable que la conducta de

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