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66 E l c r istia n ism o y- kis m asas La «clase» es una de tantas sustituciones por las que Dios es suplantado por el hombre. La filosofía marxista de la clase está perfectamente ensamblada en la corriente anticristiana del pensamiento auropeo humanista. Lo que dice Berdiaef contra el marxismo se puede afirmar de toda la filosofía materialista, porque desde el momento que el hombre sustituye a Dios, se aniquila. «El mayor error del marxismo y el más inhumano consiste en no ver al hombre más allá de la clase y en ver, en cambio, a la clase más allá del hombre; en reducir al hombre hasta en su célula más ínfima, hasta su más recóndita experiencia espiritual, a una función subordinada a la clase» ( 15 ). Estas inhumanas subordinaciones se dan siempre que el hombre niega su dependencia de Dios. La vida está planteada en dilema inesquivable de Dios o Satán. No es del caso hacer una filosofía detenida del marxismo, no es necesario para entender la negación satánica, que anima a «las masas» y, por consi= guíente, comprender que la crisis contemporánea no puede reducirse a una mera «cuestión social». La crisis no está en los estómagos, sino en las mentes. La mente clasista la podremos entrever con estas sencillas citas. «El hombre — según M arx— no posee naturaleza interior; es un ser esen= cialmente económico que depende de la clase. La sociedad en el porvenir socia= lista, está llamada a ser una realidad, mientras la personalidad no lo ha sido nunca y no lo será jamás... La realidad soberana de la clase se afirma y debe transformarse en lo futuro en la realidad universal de la colectividad social. En la esfera superior la sociedad es la función de la clase; en la inferior la personalidad. L a clase es a modo de sustancia, el número, la cosa en sí; el resto es un fenómeno» ( 16 ). «La diferencia que M arx hace entre el proletariado y la burguesía co= rresponde a la que hay entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, entre la superioridad y la inferioridad... E l antagonismo del proletariado y la bur= guesía es la lucha de Ormuz y Ahriman» ( 17 ). La moral de «la clase» es una moral perversa. Para «la clase» también existe el pecado. Lo bueno y lo malo está en función de la economía o del servicio a «la clase». E l pecado mortal, el más grave, es la explotación del hombre. A la inversa, todos los medios son honestos en su propia defensa, la huelga, el saqueo, el crimen o las matanzas. T a l vez a alguno de mis lectores le resulte exagerada esta vinculación de «las masas clasistas» al pensamiento filosófico. A mi juicio, interesa más la base de todas las ciencias, con un derecho y una moral religiosa, fundada en los dogmas y la teología, a otra situación totalmente distinta, donde Dios queda sustituido por la razón humana y la naturaleza» (pág. 271). Sobre este tema de la pérdida de Dios en nuestra cultura, puede consultar el lector a P. H a zard , La crisis de la conciencia europea, trad. J. Marías (Ma drid, 1941) y R . de M aeztu , La crisis del humanismo (Madrid, 1926). E l actual pensador italiano M. F. S cia cca hace de este tema la preocupacóin máxima de sus libros. Véanse especialmente Dios y la religión en la filosofía actual, tra ducción Pacios López (Barcelona, 1952) y La Iglesia y la civilización moderna, trad'. Ferrán y Mayoral (Barcelona, ]949). <15) El comunismo y la lucha de clases (Madrid, 1936), p. 44. (16) Cf. A. y o. c„ p. 48. (17) Cf. A. y o. c., p. 57.
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