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P . L e a n d r o d e B ilb a o , O . F . M . C a p . 65 situación de un drama que viene desarrollándose desde hace cinco siglos en el seno del cristianismo. La revolución de los burgueses europeos, hostiles a Cristo y su Iglesia es el auténtico drama ateo que se venía desarrollando ante el pueblo escan= dalizado. Este pueblo encauza su riada humana por el industrialismo y se realiza el cruel y absurdo juego histórico; «las masas», físicamente sojuzgadas por la burguesía atea, espiritualmente se envenenan por la misma mentalidad burguesa descristianizada. E l ateísmo proletario es un ateísmo burgués. L a crisis religiosa está determinada en «las masas» por la clase; ésta las ha satanizado. Y , por ello, resulta absurdo pretender analizar nuestro mo= mentó disgregando el acontecer histórico actual de su trayectoria profunda. La escalera no se puede definir por un peldaño. Hablar de la cuestión social, como frecuentemente se hace, para explicar aconteceres tan graves es sen= tarse en peldaño, cabizbajos y mohínos. «Las masas» clasistas no han emer= gido en nuestra superficie social verticalmente, por escotillón. La idea cla= sista ha descendido peldaño a peldaño. Para conocer la calidad y hondura de la crisis religiosa creada por las masas «clasistas» no podemos prescindir de estudiar la cuestión remontando la corriente desbordada. Como escribe Spengler: «La revolución no comienza con el socialismo materialista del siglo X I X y mucho menos con el bolchevismo de 1917 » ( 13 ). Arrastra una ruta varias veces secular. L a negación de Dios por afirmación del hombre se inicia tímidamente en el ocaso de la Edad Media, al socaire de las luchas políticas contra la Iglesia y de las ideologías que intentan justificarla. En el Renacimiento se reafirman, ante todo, los valores humanos autónomos, buscando tanto la ciencia como el arte desligarse más y más de la fe cristiana. En el siglo X V I I el racionalismo filosófico, sin negar a Dios, tiene la pretensión de poder comprenderlo todo y ajustarlo a su medida intelectual. En el X V I I I se desata la blasfemia descarada contra Cristo y su obra, la Iglesia, para des» embocar esta blasfemia parcial en la blasfemia total, negadora de Dios, en el X I X . Humanismo del Renacimiento, racionalismo filosófico del X V I I , filosofismo de la ilustración en el X V I I I , ateísmo radical del X I X : he aquí los peldaños sucesivos por los que nuestra cultura occidental ha ido bajando hasta sumirnos en la sima del momento actual. Pensaron los ingenuos del progreso que tales peldaños eran la escala fantástica por la que el hombre iba trepando hasta derrocar a Dios. Hoy tenemos muchos conciencia de que este empeño insano por derrocar a D IO S ha sido el mayor pecado de nuestra cultura de Occidente ( 14 ). (13.) Años decisivos. Madrid, p. 65. (14) E l filósofo español Julián Marías, en su manual de Historia de la filoso­ fía, 4.“ ed. Madrid, 1948, concluye la exposición de la filosofía del siglo X V III con un apartado cuyo título es bien significativo: La pérdida de Dios. Allí se leen estas palabras: «No quiero decir que la evolución del problema de Dios, que he estudiado con detalle en páginas anteriores, sea la única causa intelec­ tual úe toda la variación de Europa en este tiempo. Esto sería exageración; pero es cierto que todo un importantísimo grupo de estas variaciones consiste en el paso de una situación fundada en el cristianismo, con la idea de Dios a NATURALEZA Y GRACIA. 5 .

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