PS_NyG_1955v002n002p0039_0079
64 E l cr is tia n ism o y las m asas I II L A C L A S E L a irrupción de «las masas» en la sociedad ya de por sí constituye un magno problema para el apostolado moderno. S in embargo, si no se diera más que esta vertiginosa densificación demográfica de las zonas industriales, especiáis mente, la Iglesia se enfrentaría ante un problema de intensificación de su apostolado realizado por los cauces normales. Difícilmente se podría hablar de crisis religiosa en la cristiandad, salvo la originada por las condiciones estudiadas en el proceso psicológico=moral del industrialismo. La auténtica crisis religiosa se plantea en el pensamiento. «Las masas» tienen su filosofía. E l vulcanismo satánico que da a «las masas» toda su enorme potencia ofensiva arranca de su determinación ideológica. «Las masas» son anticristianas desde el punto mismo en que se «clasificaron» por aceptación de una filosofía materialista y agresiva, trenzada exclusivamente sobre «la clase». La movilización mundial e invasora de «las masas» se ha efectuado por la ideología clasista. Si «las masas», en su irrupción, han llegado a determinar la política internacional, a formar partidos de primer orden en los princU pales Estados y dar gobierno e imponer regímenes específicos de masa, per= manentes o transitorios en muchas naciones, ha sido posible sólo por la idea clasista que ha dado forma y programación a sus aspiraciones, conciencia y sentido de su lucha de venganza contra la vejación capitalista. La clase ha sido el factor filosófico=político que ha conducido a «las masas» a mayoría de edad, a la vigencia y poderío en la vida pública de la sociedad. E l industrialismo hórrido hizo el cultivo donde prendió este hongo si= niestro que ha enmohecido a la sociedad cristiana con su materialismo ateo. Sería una grave falta de atención no querer ver más que una cuestión social, un problema económico, de «las masas», en la profunda crisis contem* poránea. Este enfoque sería suficiente, si la crisis fuera sencillamente de «masas», de multitudes industrializadas. Pero desde el momento en que éstas se han «clasificado» y actúan con una ideología determinante de su acción, la cuestión social, lo económico, pasa al plano secundario de las motiva® ciones. La razón que dispara todos los motivos está en el pensamiento filo= sófico, en la justificación ideológica que es «la clase». Otra grave falta de atención sería detenerse ante la actuación política agresiva, demolerá y cruenta. Esto no constituye nada nuevo en la historia humana. Estas barbaridades son de tal tenacidad histórica que forman una constante. Lo grave de la peripecia que corremos radica en que la clasificación de «las masas» es exactamente una peripecia, porque no es más que el cambio de
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz