PS_NyG_1955v002n002p0039_0079

P . L e a n d r o d e B ilb a o , O . F . M . C a p . 57 ferrocarriles, etc., con lo que gran población del campo ha venido a engro= sar el chorro humano a la ciudad que remansa «las masas». L a misma fábrica ha demandado al campo materias primas para la ela= boración industrial, ha mecanizado los procedimientos de la tarea agrícola, elevando incuestionablemente el nivel de vida del campesino, dando un enorme empujón a la población rural. Conjugados todos estos factores han dado un aumento total de la po= blación en el campo con menor necesidad de brazos y mayor cantidad de dinero, que ha producido este intercambio entre ambas poblaciones, la in= dustrial y la campesina. Con el acceso fácil a la ciudad se han incorporado nuevas masas que por recíproco influjo da por resultado el aumento de las concentraciones fabriles ( 7 ). En último término, tenemos que reconocer el clima propicio para la pro= liferación humana en el seno mismo de «las masas». Werner Sombart, citado por Ortega, da este dato sencillísimo, que expli= cará muchas cosas en este sentido. E l dato es el siguiente: desde que en el siglo V I comienza la historia europea hasta el año 1 800 , por tanto, en toda la longitud de doce siglos, Europa no consigue llegar a otra cifra de pro= ducción que la de 180 millones de habitantes. Pues bien, de 1800 a 1914 , por tanto, en poco más de un siglo, la población europea asciende de 180 a 4 60 millones En tres generaciones, la última centuria, ha producido gigantescamente pasta humana, que lanzada como un torrente sobre el área histórica, la ha inundado ( 8 ). C ) Proceso económ ico=político. Los dos procesos anteriormente señalados, puestos en marcha por el industrialismo, en la génesis y configuración de «las masas», se desarrollan con un automatismo casi telúrico, no entran dentro de la libre determinación humana. No existe iniquidad humana en ninguno de ellos. E l agente más activo de la inquietud social contemporánea es algo más que multitud humana hacinada y proliferante. Moralmente es torva, política» mente es bárbara. Un vulcanismo satánico se ha apoderado de esas multi= tudes. No podemos desconocer este elemento psíquico=moral, que es precisa» mente el principal en la definición de «las masas». Sin este nervio político» moral, «las masas», tremendas, no pasarían de ser multitudes más o menos gozosas o entristecidas, pero nunca se hubieran formado «las masas». Estoy estudiando el influjo determinante del industrialismo en la for» mación de «las masas», y al tratar del elemento primordialmente determinante del fenómeno, podemos presentar las tremendas acusaciones fiscales contra el industrialismo. A l movilizarse industrialmente el mundo, necesitó dinero y hombres. (7) Cf. E . V an d e r Sm issen, La popuUition en Belgique en La Reforme so- ciale, 1908. • ( 8 ) Cf. La rebelión de las masas, t. IV, p. 172.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz