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56 E l cr is tia n ism o y las masas Todavía en los primeros lustros del industrialismo moderno, Malthus observó un indiscutible aumento de proliferación en las masas industriales. Teorizante apriorístico empedernido, establece el brutal principio, de cuño capitalista, de los salarios bajos, porque «cualquier aumento de salarios se traduce en aumento de la natalidad obrera» ( 6 ). E s indudable que el fenómeno de proliferación se presenta más claro cuando el industrialismo abastece mejor la despensa humana y la evolución social suaviza la inclemente existencia del proletariado, frenando las brutales apetencias del capitalismo. La vida se ha hecho más fácil en la era industrial, señalando una plétora vital nunca alcanzada. Es cierto que no todo es debido a la industria, a la riqueza, puesta en circulación, sino que en grandes proporciones estos tiem= pos modernos han alcanzado plenitud por otras condiciones sociales creadas por la ciencia. Los servicios higiénicos, los nuevos estilos de viviendas, la facilidad de emigración, la eliminación de las antiguas epidemias, la defensa del niño. Hechos tan sencillos como la implantación o la generalización del cul= tivo de la patata, han contribuido tan decisivamente como la fábrica en el alza del nivel vital de «las masas». Los agrónomos hacen notar que la misma extensión de terreno que sólo proporciona recursos para mantener a una persona, dedicándolo al pasto, puede alimentar cinco o seis, si se trata de trigo, y sembrada de patatas puede alimentar a veinte. E l fisiocratismo económico está muy enterado de estas cosas. Sin embargo si no queremos quedar mancos en nuestro análisis, tenemos que reconocer que estos mismos elementos activos, aparentemente obran con independencia, en el bienestar social, están en función de la economía creada por el industrialismo. Las grandes aglomeraciones fabriles han est¡= mulado al campesino al laboreo de sus tierras, al presentar una demanda de productos agrícolas que nunca se había conocido. Esta súbita revalorización del agro está causada por la presencia de «las masas» en la sociedad como pri= mera potencia de consumo urbano. La fábrica no solamente influye en la prosperidad del campo por el mero hecho de haber polarizado tanta huma= nidad en su derredor, sino por haber creado una forma de existencia de puro consumo. L a propiedad privada de los obreros se reduce a la posesión del dinero. E l dinero es una riqueza convencional, que vale tanto cuanto su capa= cidad adquisitiva. «Las masas», desde este punto de vista, son pura potencia consumptora, que demanda un robustecimiento de la capacidad agrícola nacional. Este proceso, activado por el industrialismo entre el campo y el mercado urbano, ha exigido medios de transportes y la construcción de carreteras, B ) P roceso b io ló g ic o de la masa. económicas (Madrid, S. A .); J o sé L u is A r r e s e , Capitalismo, comunismo, cristia­ nismo (Madrid, 1947). ( 6 ) íRené G on n ard , o. c., p. 255.

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