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P. Julio d e Ama ya , O. F. M . Cap. 13 órbita del orden sobrenatural que en la actual economía es el único exis= tente. Estos tres estadios que hemos de describir podrían ser enunciados: mundo en período de creación, mundo en período de pecado y mundo en período de consumación. Trataremos de ofrecer la noción cristiana de mundo en cada uno de ellos y la actitud correspondiente del hombre en cada caso. Creemos que de todo ello podrá desprenderse luego un concepto integral y adecuado de mundo en sentido cristiano y teológico. A) E l mundo en período de creación. Si quisiéramos definir el mundo tal como lo conoció Adán antes del pe= cado, y tal como en consecuencia se nos describe implícitamente en la Biblia, particularmente a través de los escritos de San Pablo y San Juan, diríamos que el mundo, considerado en su aspecto pasivo, sería: UNA EXPRESION SACRAM EN TA L DE DIOS, y en su aspecto activo y dinámico EL CON= JUNTO DE SERES QUE T IEN D EN A DIOS, se entiende que, según su propia naturaleza y el estado en que Dios les haya colocado. Y no se olvide que este doble aspecto, junto a la doble finalidad consecuente, sigue resi= diendo en lo más íntimo del mundo y siendo el contenido esencial que el pecado sólo ha podido encubrir. 1. En efecto, el universo entero, considerado pasivamente, es una ex= presión de alguna manera sacramental de Dios, puesto que habiendo sido creadas por El todas las cosas, revelan sus atributos; hay en ellas cierta ten= sión que llamaríamos doxológica a revelar a Dios, que en sí misma tiene alguna eficacia sobre la inteligencia de quienes no quieran enceguecerse. Es la reve* lación natural que nos hacen los seres y de la cual nos habla San Pablo; pero una revelación que es a la vez magisterio, testimonio y presencia vivificadora; una revelación que se funda en que las cosas — además de cosas— son, sobre todo, signos de cuyo eficaces para dar este conocimiento, y símbolos detrás de los cuales está Dios como autor del libro gigante de la creación, cuyas letras no saben mentir. Y así, el mundo aparece también como imagen de la divinidad que ha de ser descifrada por los santos y adivinada a veces por los poetas, que tienen el don de ver lo espiritual a través de lo sensible. En este sentido, la creación, el universo entero, recibiría espiritualmente a Cristo en alguna manera como forma del mundo. El Verbo, encarnándose aun en el caso de que el hombre no hubiese pecado, sería una expresión per= feotísima del Creador y de las criaturas, el Gran Sacramento escondiendo la divinidad..., con una eficacia de santificación sobre el mundo que haría de éste un medio inmediato para llegar a Dios. El Itinerarium, de San Buena= ventura, habría tenido entonces una realización más perfecta y cumplida. Porque en Cristo se revelarían de un modo perfectísimo todos los atributos divinos que en el mundo sólo son sombras y vestigios suyos, y las cosas se verían traspasadas en la luz del Verbo en el que resplandece la divinidad. 2. Pero desde un punto de vista activo y dinámico, la creación no sólo manifiesta a Dios o la revela, sino que tiende hacia El; si se trata de criaturas racionales de un modo directo, si de irracionales mediatamente, a través del hombre para quienes fueron hechas y a quien sirven inmediatamente por voluntad divina. Quiere decir que el universo material tiene por un lado una tendencia natural hacia Dios y a la vez otra natural=positiva hacia el hombre,

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