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P. Ju lio ele Am a y a , O . F. M . Cap. 2 5 «pleroma» de Cristo, una y desbordante. Pero «pleroma» no sólo en sentido pasivo, en cuanto que recibe de Cristo su virtud divinizadora total, sino particularmente en sentido activo, en cuanto que esta virtud desborda de sí y tiende a divinizarlo todo: puesto que si contiene en sí todos los bienes traí= dos por el Verbo Encarnado no es para almacenarlos, sino para rociar con ellos los senos más recónditos del cosmos, para ser instrumento de diviniza* ción soteriológica y expresión perfecta de su poder vital. La Iglesia, por eso, y por participar consecuentemente en el Primado universal de Cristo, ama lo temporal, aunque no tema crucificarlo para redi= mirlo a la manera como el Padre no temió crucificar al Hijo para salvar al mundo. Lo ama por eso con un amor redentor, porque es criatura de Dios, porque Dios lo ama, porque Dios se revela a través de cada una de las cria* turas; lo ama, por consiguiente, como un don, como un camino y como un instrumento de servicio. Y porque sabe que ese instrumento exhorta a los fieles a que no se paren en él y se libren de lo que en ellos hay de mundo, es decir, de sometimiento al pecado y a la rebeldía. Pero en fuerza del mismo amor redentor les exhorta y urge también a que trabajen para que todo lo que hasta ahora pertenece al mundo sea para Cristo, a que mantengan una presencia activa y no teman comprometerse y arriesgarlo todo, menos a Jesús. La Iglesia no imita a la paloma del Arca de Noé, que teme posarse en el barro; siendo, como es, pura y santa no teme, a pesar de todo, meterse en el fanso de la historia para tratar de hacer real el dominio del Verbo Encarnado sobre el universo entero y cantar cada mañana ante el altar el Benedicite omnia opera Domini Domino. CONCLUS ION Importantes consecuencias ascético=teológicas pueden desprenderse de todo lo que acabamos de decir: 1.a Aparecen en todo su esplendor las magníficas y consistentes teorías franciscanas sobre el lugar de Cristo y del misterio de la Encarnación en la economía sobrenatural. 2.a Se comprende mejor la finalidad de la vida ascética como medio de conquista en sí mismo y del mundo y se resuelve la aparente antinomia que algunos han creído advertir en la vida seráfica de Francisco de Asís y otros muchos santos. 3 .a Se estimula en los cristianos una actitud de perenne juventud y de entusiasmo por la obra que les está confiada, y se entrevé la posibilidad de crear una grandiosa concepción teológica del trabajo. 4.a Aparece Cristo como centro de la historia que cierra la era de inde= pendencia y de pecado y abre la era de gracia y de integración de todo en El para gloria de la Trinidad.

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