PS_NyG_1954v001n001p0187_0202

P . Cesáreo d e A rm e lla d a 189 Los oídos son muchísimo más lentos que los ojos en la percepción de las vibraciones, que les son propias. De ahí que los ensalmos, como todas las demás cosas de la lengua y el oído, lleguen muy tardíamente al conoci­ miento del misionero. Es muy posible que éste pase varios años sin darse cuenta siquiera de que existan; y después que se haya dado cuenta de su existencia, ha de pasar varios años para poder entenderlos; y , finalmente, para poder comprenderlos (en la mejor acepción de la palabra) todavía ha de hacer muchos esfuerzos mentales y ha de avivar la curiosidad para llegar a la raíz filosófica de los mismos. 1. E s muy posible que la primera forma de comenzar a darse cuenta de los ensalmos sea viendo cómo los indios soplan o resoplan sobre alguna persona o cosa, no valiéndose nunca de la boca, sino de la nariz. De ahí que entre ellos el nombre propio y usual es el de taren, soplo. Tarembá, soplar, es palabra exclusiva de este acto, no aplicable al soplar común para apagar o encender un fuego o cosas semejantes. 2 . En cuanto al oído, los ensalmos comienzan a percibirse como algo que se recita en tono de salmo semitonado: de ahí su nombre de en-salmo; y de ahí el peligro de ser tomados por una oración. Viceversa, nuestras ora­ ciones muchas veces fueron interpretadas por los indígenas, oyéndolos yo, como ensalmos. E igual pensaban de ciertos soplos rituales del bautismo. Pero la verdad es (y luego se verá) que tan sus ensalmos no son oraciones, como nuestras oraciones no son ensalmos. 3 . Los ensalmos no son del conocimiento exclusivo de unos pocos ni de solos los piaches; todo indio adulto puede y debe saber los ensalmos para sí y para el servicio de los demás. Sobre todo, el buen padre y la buena madre de fam ilia deben saberlos para proteger a sus pequeñuelos. E l taren sak (dueño o conocedor de ensalmos) es un rico en su especie o género, como lo es el pratá sak (el adinerado) y el pantón sak (el conocedor de cuentos y leyendas), que para ellos es como un antiguo rapsoda, y para nosotros un animador de veladas. 4 . Algunas veces se ve que el ensalmo o ensalmación se hace masti­ cando ciertas sustancias y escupiéndolas luego de una manera especial (para la que no encuentro palabra apropiada), como espolvoreándola, sobre la per­ sona o cosa ensalmada. A s í, por ejemplo, aparece que las hijas de Rato (ser imaginario acuático) se arrancan una borla de su mosá (guayuco femenino de abalorios y sonajitas), la mastican y salpican con ella al indio, que comienza a ver el agua «como no agua». 5 .— Los ensalmos son particularmente necesarios para ciertas ocasiones, en que el indio es o se considera más débil o más atacable por los males o por ciertos seres invisibles de los tantos, que pueblan el mundo. Estas ocasiones generales son tres: primera, al hacerse púber la mujer; I. LA CORTEZA O EXTERIOR DE LOS SOPLOS-ENSALMOS

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz