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P . Cesáreo d e A rm e lla d a 2 0 1 teriales, podría muy bien terminar aquí como trabajo monográfico que es, sin más comentarios. Pero la fuerza de la costumbre, que a todos nos lleva a comparar los conocimientos nuevos con los viejos y a m irar un poco más allá de nuestro campanario, me obliga a componer unas pocas líneas más. E n lecturas relacionadas con estos mis estudios etnográficos encontré la idea de los piá en varias otras tribus, claro que con la diversidad de palabras, que se deja comprender. Y creo que esta idea o noción es como necesaria en todos los que tengan una concepción animista y no creacionista del mundo. Los filósofos nos dirán si esto no puede relacionarse con las ideas tipos, preexistentes, según las teorías de Platón y otros. A m í me resulta imposible no comparar estos imá o piá con los diosecillos particulares de los egipcios y romanos; particulares digo, los protectores de cada especie vegetal, animal o de aquello que parece tener vida, como el viento, el mar, las nubes, etc. Según la definición o descripción que hemos hecho de los ensalmos de los indios pemón, resulta que la «oración» y el ensalmo difieren «toto coelo»; pero las «oraciones», que algunos dicen saber o que algunos creen que nos­ otros sabemos, tienen mucho sabor a ensalmo. Esto según la advertencia del divino Maestro de que algunos se imaginan que «a fuerza de palabras» obtendrán lo que desean. Los patronos y patronazgos, que muchos no subordinan a la voluntad de Dios ni a la influencia de los Santos cerca de E l, tienen también todas las características de ensalmos; y en esta forma, las oraciones a ellos dirigi­ das pierden toda causalidad para caer en la categoría de las meras semejanzas. N o me resigno a dejarme en el tintero la transcripción de un ensalmo, que Rodríguez M arín copia, tomándolo del pueblo, en sus notas a la I I parte del «Quijote», capítulo V IL E l ensalmo es contra el dolor de muelas, y dice a sí: A la puerta del cielo— Polonia estaba y la Virgen María— la consolaba. — Di, Polonia, ¿qué haces ? Duermes o velas ? — Señora mía, ni duermo ni velo , que de un dolor de muelas me estoy muriendo. — Por la estrella de Venus y el Sol Poniente, y por el Santísimo Sacramento, que estuvo en mi vientre, que no te duela más ni muela ni diente

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