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P . Cesáreo cle A rm ella d a 1 9 9 dios dicen de Uaranapí (el trueno-rayo); pero ya es claro que él se la pasa viajando de un cabo al otro del cielo en medio de tempestades y tormentas; y de este viajero quieren los indios adquirir la audacia y la inmunidad.) 8 . Para poder comer entre quienes tengan parientes recién muertos. — La lagartija puso sus hijos en un montículo de muerto, dentro mis­ mo de su sepultura y en medio de la viscosidad del cadáver. Y , sin embargo, a sus hijos no se les abultó el vientre, ni les dió diarrea ni se magullaron. Todo esto porque la lagartija se ensalmó diciendo: Yo , yo soy aquella; yo ciertamente la de las grietas de las piedras Uenin-piá (la primera M a­ dre); yo, yo la Tvntunimá pachí .— (Por este mismo estilo se nombra el escarabajo y otro insecto, llamado uana-uanarí, que crían sus hijos en los montículos de los muertos, dentro de materias en descomposición y en las mismas sepulturas, sin que a sus crías se les cause enfermedad alguna.) 9 . Contra el maleficio del tigre. (S i, por ejemplo, un indio mata un tigre, cuyo maleficio alcanzaría a su h ijo .) — Yo , yo soy aquél; yo, yo soy el que, si el maleficio viene para mi lo corta; yo, yo, que soy Rapoká-piá .— (Con esto, diciendo esto, nombrando a Rapoká especie de flecha de bam­ bú), se ensalma al muchacho, que tuviere maleficio de tig re; y como el tigre tiene miedo y aborrece a esa flecha, su maleficio abandona al niño y se va). 10 . Otro más contra las lombrices intestinales, que, como queda dicho, abundan entre los indios. — E l árbol pairé, que es uno de los árboles amargos, convidó con su kachirt a las lombrices. Y he aquí que las lombrices bailaron, diciendo: ¡ko i, ko i, ko i! ; y no se botaron (no se salieron). Pero el kunamt, reunido con el tipuirerén (árboles ambos amargos) las convidaron también a su kachirt; y he aquí que las lombrices se emborra­ charon, las lombrices se murieron, las lombrices se botaron. Por eso el ku- namt y el tipuirerén se nombran como ensalmo, diciendo: O h , oh ; yo soy aquél que las arroja; yo, yo, Kunamarimá-piá ; yo, yo el de Tipueremá, primer progenitor.— (M i anotador, que en este caso lo es Pablito Fierro, añade: Este sí que es un ensalmo verdadero, que de verdad hace botar las lombrices. Y es que,

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